domingo, 28 de septiembre de 2008

EL EMPATE MÁS LARGO DEL MUNDO

En el cumpleaños carbonero fue empate 0 a 0 con Defensor

La fugacidad del tiempo asusta. Todo es un remolino que no para.
El Potrillo Morena levanta al cielo los brazos triunfales.
Pablo Javier Bengoechea, el profesor que hoy es estatua de bronce viviente, camina la cancha con magia y elegancia.
El Tito Goncalves mide, despacio, con ojos entrecerrados por la bruma del tiempo, aquellas hazañas legendarias de la mística carbonera.
El Boñato Forlán, escondido atrás de unas pitucas gafas negras, mira la raya blanca de cal. El Pardo Abadie, ya veterano, entrado en canas, olfatea las redes con nostalgia. El Tito chico sobrevuela heroico aquella tarde inolvidable en la que fue golero. Y el Loco Trasante, como siempre, le mete mocasines de suela a la alfombra mágica del Centenario.
La vieja bandera mirasol ondea impecable allá arriba, en la muda torre de los homenajes. Hay una garúa pegajosa que empaña los ojos.
Una ilusión que revive porfiada todas las primaveras.
Cuando ya no había más nada, y la tarde se puso gris, y cayó lentamente la angustiosa sensación de la nada de los domingos de tarde, se cerró el empate a cero entre aurinegros y violetas.
El zaguero violeta Risso reventó, sin pena ni gloria, la última pelota hacia la tribuna Olímpica, y cayó la tarde agobiada con un 0 a 0 monumental.
El juez levantó los brazos, y los jugadores sudando a mares vieron caer el pesado telón de la igualdad. Fue un resultado que no le sirvió a ninguno.
Peñarol cayó en esa telaraña de la marca y el fútbol de Pacheco, Nasa y companía no generó revoluciones como para llegar con punch ofensivo al arco enemigo.
En el segundo acto, la figura protagonista del match fue el arquero violeta. Peñarol logró generar algunas chances de gol.
Martín Silva tapó un par de pelotas difíciles (un bombazo al ángulo del Tony Pacheco que arrancó la ovación de la gente), y atajó realmente bien.
Defensor paró bien la línea del fondo, armó un mediocampo trabajador, que además trató bien el esférico, y arriba tuvo la chispa de Vila.

Cavallero no fue exigido, tuvo algunos enredos en retaguardia, (al pibe Píriz le tocó sustituir en la zaga al lesionado Darío Rodriguez), en zona del medio, no influyeron Bajter ni el loco Pérez. La mejor perfomance estuvo en el andar del Tony Pacheco.
Defensor, si bien controló el juego por muchos pasajes tampoco logró llegar con eficacia. El fútbol violeta se diluyó teniendo la globa sin imprimirle acción de gol a su despliegue.
Todo el mundo gritó el penal que le hicieron a Nasa (con intervención de Damián Suárez) pero que el juez Ubríaco, orondo, con ademanes secos, desechó absolutamente.
Habrá que ver los replays, los ángulos de todos lados y definir, desde el sofá, si fue o no falta penal. El juez tiene apenas instantes fatales para decidir.
Fueron noventa y pico de minutos sin gritos de gol, sin el sabor del fútbol. El 0 a 0 más largo del mundo, agrisado, pegajosamente lento.
A la colorida fiesta aurinegra le faltó la siempre pretendida frutilla de la torta, es decir, lo más lindo del fútbol, la energía salvadora, el griterío enroquecido de gol.
Marcelo Tasistro

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