Nacional ganó 1-0 con gol de Santiago Morro García y sigue primero e invicto en el torneo
El Perro Silvera, transpirando a mares, arrugó la frente. Sonó el silbato como si fuera un tren expreso, igual que una locomotora desbocada. La muchachada tricolor, contagiada por la euforia pasional, vivió el final con bullanguera alegría, adrenalina colectiva, miradas cómplices y carcajadas.
Nacional levantó los brazos triunfales bajo un sol igual a una bola roja de fuego. Se quedó con los tres puntos en juego en el espléndido sol del Parque Nasazzi y apunta los cañones hacia el título. Sigue puntero invicto y, por si fuera poco, le sacó siete puntos a su tradicional rival en la escalera del campeonato.
El gol fue raro. Corría el minuto 72, pegajosamente lento. El 0 a 0 parcial dibujaba un fútbol inconexo y a una legua y media de los arcos. La pelota pasó finamente bien vertical, como una cuchillada seca. Los zagueros papales chocaron burdamente entre ellos y dejaron la huella por donde se escabulló el Morro. Santiago García salió disparando rápido por la punta derecha, acomodó el cuerpo mientras un murmullo nervioso envolvía el aire en ese mágico sonido de gol.
El Morro buscó el perfil para entrarle al esférico sabiendo que iba a ser la única, la última pelota de la tarde. Todo el mundo se dio cuenta de que era ésa y seguramente no iba a haber más nada. Midió a la carrera el ángulo posible como si fuera especialista en álgebra, y sacó un balinazo cruzado al otro caño del golero Torreira, que nada pudo hacer, a pesar de una estéril zambullida.
La guinda sacudió la red con un chasquido casi eléctrico y el grito de gol explotó en las gargantas y les metió oxígeno abundante, a bocanadas, a todos los pulmones tricolores. Fue el 1 a 0 que alcanzó para cerrar el resultado y mantener a Nacional en la cresta del torneo, líder e invicto.
Sigue ganando, suma y sigue. Sin elaborar un gran fútbol, encuentra los goles. De esta manera conserva la primera ubicación en la tabla. En el resultado está el objetivo.
El equipo de Manta hizo un planteo tenaz, con buenos pasajes. Le quitó la pelota a Nacional y generó un par de chances claras que no pudo convertir y, finalmente, se quedó sin nada.
El equipo albo sigue invicto y, con un gol a la carrera del Morro García, llegó el único gol del encuentro.
Bella Vista hizo méritos para igualar y perdió varias chances en definición. Falló a la hora que suenan las campanas o enmudecen los fieles.
Nacional llegó una sola vez en la segunda mitad y conectó en la red. Con eficacia en una sola chance, el tricolor cantó el gol y se llevó todo lo que había en disputa.
Con los cambios -de Matute primero y de Medina después- Nacional tampoco pudo cambiarle la cara ofensiva al equipo. El partido se resumió en una batalla constante de ajedrez en la mitad de cancha, una pelea permanente por la posesión de la pelota y de los espacios, cada minuto más reducidos.
Nacional juega ahora con Liverpool. Los tricolores suman esfuerzos en la lucha de cada pelota y en los resultados. Nacional conquistó 19 de los 21 puntos disputados. Ganó seis de siete partidos y empató uno. Hasta ahora, así es la campaña. Con un partido menos, todavía por jugarse, en esa novela tediosa del cotejo suspendido con Villa Española.
Así es el fútbol, así es también la vida.
El toque y toque casi no se ve. Pero gana igual, con marcadores apretados, sudando la camiseta, trancando cada pelota con el alma y embocando el arco a puro corazón. Y la gente, tanto los fanáticos resultadistas como los plateístas de paladar negro, allá, a la hora del balance final, de la cabeza en la almohada, de la nada absurda de los domingos de tarde, está contenta. No es poca cosa, señores.
Marcelo Tasistro
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