Rácing ganó 2-0 con goles de Sebastián Balsas y Darío Larrosa
Sayago hierve. Lo cotidiano se vuelve mágico. La alegría se contagia. La emoción recorre el barrio en un remolino de abrazos y palmadas. Hay burbujas de colores verdes y blancas salpicando los techos bajos. A la hora del tuco oloroso en la olla, del olor a leña y del infaltable vasito de vino apuntando para arriba, el viejo Rácing, la sensación del campeonato, venció claramente 2-0 al último campeón uruguayo y sumó veinte puntos en la peleada escalera de la tabla.
El aliento de los vecinos aumentó en volumen cuando al final mismo, Juan Pablo Rodríguez -el dueño del fútbol- metió un desborde maestro y mandó el centro al área para la llegada frontal y decidida, con todo el viento en la camiseta de Darío Larrosa.
El veterano volante sacó un bombazo y puso a todo el mundo a gritar como loco bajo un cielo luminoso cuando la guinda infló la red y se cayó al piso pesadamente, toda la ansiedad.
El primer tiempo fue un empate a cero, luchado con firmeza y sin ideas. En el balance Rácing logró crear tres chances pero no culminó. En el segundo acto, todo cambió. Al minuto, el Flaco Balsas conectó un cabezazo sorpresivo y explotó la gritería eufórica de la hinchada local.
Fue el 1-0 parcial que abrió el juego y obligó a un pálido Defensor a salir a buscar la igualdad.
Rácing cedió cancha y aguardó la estocada de contragolpe. En ese esquema, el fútbol talentoso de J.P. Rodríguez brilló con amagues, pisadas y pases de jerarquía.
Pasando raya, Rácing controló el juego, cerró espacios, utilizó las bandas, manejó con acierto el esférico colectivamente y pegó en las redes liquidando toda intención visitante.
El técnico violeta, Polilla Da Silva, ensayó las variantes que no dieron resultado y Defensor no logró casi nunca armar una jugada de peligro.
Buen partido de la escuadra del ingeniero Verzeri en una gran campaña que por cierto, entusiasma a los seguidores propios y ajenos.
Para Rácing todo marcha viento en popa. Ya pasó la pesada tormenta de la Farola.
En Sayago hay apasionadas guiñadas entre los vecinos porque nadie sabe en qué se va a terminar, porque todo el mundo sabe que la fama es puro cuento.
Marcelo Tasistro
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