lunes, 9 de febrero de 2009

No le ganaron a todos

La excelente representación juvenil uruguaya clasificó al Mundial Sub 20 con anticipación.
Sin embargo, no tuvo resultados ganadores en los dos partidos finales. Empató con Paraguay y perdió con Venezuela. De todas formas, sólo le faltó Venezuela para ganarles a todos sus rivales porque sí derrotó a Bolivia, Brasil y Paraguay en la primera fase, y a Colombia y Argentina en la segunda.
P>Un mal paso dieron los celestes sub 20 en el partido final del torneo. Anoche vibraron los futboleros venezolanos porque clasificaron por primera vez a un mundial. Ganaron 3 a 1 y tienen buen juego, ¿por qué no decirlo en primer lugar?
En el primer tiempo arrancaron ganando los locales con llegada por arriba cuando se cumplía el primer cuarto de hora. Luego Uruguay empató sobre el final de la etapa con una buena anotación del Morro García. En trámite parejo, el resultado era adecuado.
En la segunda etapa, Uruguay atacó en oleadas desde el comienzo, conquistando dominio de cancha y de pelota. Jugadas de gol se sucedieron a los 3, 4 y 6 minutos por llegadas sin culminación exacta de Abel Hernández, Peña y Urretaviscaya. Como para reafirmar el dominio, Diego Aguirre apeló al ataque a ultranza abandonando la orden divina o pagana del fútbol de equilibrio, del buen balance entre defensa y ataque. A los 11' mandó a Viudez por un volante de contención y la tenencia de pelota fue abrumadora a favor de Uruguay. Y entonces vino la jugada fatal de una muy buena invasión individual por izquierda de Lezama que terminó con centro bajo y Peña -derecho puesto a lateral izquierdo con poca experiencia en ese puesto- la clavó en propia puerta cuando transcurría la mitad del segundo tiempo. El tercer gol sólo vino a confirmar el desbalance del equipo y no había tiempo ni tranquilidad para dar vuelta la pisada, como había pasado tantas veces. Así se experimentó la segunda derrota del torneo: una de ellas fue contra el campeón, la otra contra el local.


2-2 con Paraguay: clasificación y poco festejo

En el partido ante los paraguayos, jugado el viernes pasado, el rendimiento de Uruguay no fue de los mejores. Por el sistema de rotación que practicó el DT Diego Aguirre, en esta ocasión no fueron titulares valores fundamentales como Nicolás Lodeiro (tampoco entró), Maxi Calzada, Abel Hernández, Tabaré Viudez y el Morro García. Los tres últimos fueron entrando en el segundo tiempo y se convirtieron en factores fundamentales para lograr el empate en dos goles, en tanto el primer tiempo terminó con el buen equipo paraguayo en ganancia por 2-1.

Se llegó a ese segundo gol en medio de andanadas de ataque donde se conjuntaban ganas, habilidad y velocidad, donde se unían a los ingresados, con buen empaste, Urretavizcaya y Mauricio Pereyra, con el apoyo de dos zagueros centrales muy eficientes como Marcelo Silva y Coates. Después del empate continuó el acoso, con cierto apuro en algunas jugadas pero llegando a instancias de definición claras como fue la producida tres minutos después del gol, con pegada de tres dedos de Abel, cuando el Morro tiró una “masita” apuntando a una esquina del arco rival pero anunciando en el gesto técnico que patearía hacia allí y el golero atajó, o en un tiro de gol de la Joya, fuerte y cruzado, que se fue desviado por poco a los 88 minutos. Eso entre varios intentos atacantes.

Antes, en el primer tiempo, jugando sin asumir protagonismo desde el comienzo, se empezó ganando y luego, en dos goles no habituales con un volante rival llegando a posiciones de definición, se pasó a estar en desventaja.

Allá por los 25 minutos se pasó de la “fase defensiva” a la “fase protagónica”, donde hay una jugada especial de Gunino desperdiciada por exceso de individualismo pero mostrando el empuje notable del defensa danubiano. En ese pasaje del partido, antes del segundo gol paraguayo, se sumaron otras acciones de ataque importantes.

Al final del partido no hubo festejo aunque un objetivo central -es difícil definir si era el primero o el segundo- como era el de obtener uno de los cuatro cupos al Mundial de la categoría, se había conseguido con muy buenas presentaciones, excelentes resultados y con una etapa de anticipación. A los futbolistas no les resultó un hecho grato ver a los brasileños festejar el título en la tribuna cuando el partido propio terminaba.

En realidad, como lo habíamos sugerido, la “final” del campeonato se había perdido en el primer partido de la Fase Final cuando nuestro equipo fue derrotado por los brasileños 3-2.

Conclusiones iniciales

Se acaba de terminar un excelente capítulo de un trabajo en proceso. Estos muchachos, este núcleo, ya había vivido un proceso de trabajo integrando la mayoría de ellos la anterior selección sub 17. Paralelamente a su trabajo, la selección sub 17 actual se prepara para su Sudamericano, la selección mayor se apresta para jugar, pasado mañana, un partido de preparación con vistas a su continuidad en la clasificatoria sudamericana del Mundial. Es un conjunto de actividades con un lógico mando único y colectivo que está en muy buenas manos con la dirección de Oscar Tabárez.

Se trata de un esfuerzo por utilizar la lógica de los procesos de maduración y experiencia al servicio de un mejoramiento general para no perder el tren de la evolución global que se produce en el mundo.

Es un proceso a nuestra medida, sin aspavientos ni “versos”, que resultan tan comunes en el ambiente futbolístico.

En ese marco, Diego Aguirre utilizó para un torneo de mucha exigencia, con partidos normalmente cada 48 horas, un sistema de rotación a ultranza, discutible pero que en principio mostró una cara positiva y pareció adecuado a las circunstancias. Seguramente se constituyó en un factor de éxito.

Hubo un trabajo de preparación largo y pautado en diversas etapas. Existió respaldo organizacional de la AUF con la participación decisiva de la gerencia deportiva (o como se llame) con Eduardo Belza al frente. Es un buen camino que habrá que seguir recorriendo y que no tiene detenciones y que, muchas veces, es oculto y subterráneo para el aficionado normal pero valioso e insustituible.

Jorge Burgell

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