Biguá reaccionó rápidamente, con un gran momento del Pica Aguiar que fue el destacado del primer cuarto. El jugador que juega su segunda LUB (solo había estado en la primer edición en el 2003 jugando para Cordón) anduvo muy derecho y fue el sostén goleador de los dirigidos por el Ché. Los primeros diez minutos del partido pasaron rapidísimo, no fue para nada cortado y hubo muy pocas faltas, que llevó a que pasara velozmente. El equipo que venía con desventaja en la serie finalizó arriba 22 a 20.
El arranque del segundo cuarto fue al revés, Biguá empezó con toda la polenta y sacó ventajas; no demasiadas, pero las necesarias para poder manejar un juego de semifinales. Leandro García Morales se acercó al Pica y juntos fueron imbancables para la defensa (zonal, casi todo el partido, y otras veces cambiando al hombre a hombre) de Atenas. Este cuarto tuvo la misma dinámica y velocidad que el del arranque, pero la diferencia fue que los jugadores estuvieron más erráticos (demostrado quedó en el cierre del cuarto que se cerró a favor del Pato por 16 a 15). Atenas lo finalizó un poquito mejor, con un brillante Panchi se volvió a ir arriba en el tanteador, pero esta vez por la mínima ventaja posible, 37 a 36.
El recorte de puntos del segundo cuarto con respecto a lo que había pasado en el primero fue positivo en el balance para el equipo de Palermo, que sin dudas su negocio era bajar el goleo del equipo de Villa Biarritz y asi lo hizo la defensa de Signorelli.
El comienzo del segundo tiempo volvió a ser con toda, ahora sí, se mataban a goles. Uno tras otro en los primeros cinco minutos de juego y eso lo aprovechó el Ché y sus dirigidos. Biguá, al igual que en el tercer partido arrancó el tercer período con los internos más fuertes que tiene juntos, Colo y Young, y eso le volvió a dar buenos réditos. Sacó una pequeña renta de puntos, pero Atenas otra vez reaccionó y empató el juego, que terminó el tercer chico con un doble sobre la hora del Oso que le dio el triunfo por 59 a 57. El Pato volvió a ser el equipo de mayor goleo, hizo 23 en esos diez minutos y 20 su rival para irse con un solo doble de ventaja.
A partir de acá todo cambia, como diría Mercedes Sosa, porque Atenas se volvió a enchufar a diez mil volt y arrancó para matar y volver a jugar el viernes. Diego Pereyra que había estado medio ausente en el lado ofensivo de los palermitanos durante los primeros treinta minutos de juego se encargó de cambiarle el rumbo al partido. Hizo nueve puntos corridos en tres minutos, robó una pelota e hizo una asistencia y le permitió a Atenas poner un parcial de 11 a 0. El base fue clave, tuvo una carrera de puntos importantísimos que sin duda le dieron una gran inyección de ánimo y juego al equipo; y obviamente a la gente que lo miraba de afuera.
Biguá cayó en un pozo, el más grande que tuvo en toda la serie. No logró hacer un punto de cancha durante cinco minutos de juego, cuando Leandro encestó un triple para revivir al Pato, después se dio otro del Sapo más aislado, pero que lo acercaba un poco.
A partir de este momento Atenas tuvo el control, hizo entrar a su rival en una gran esquizofrenia de juego. El reloj era el peor enemigo del juego de los últimos campeones de Liga, ya que se enloquecían por anotar y no lo lograban por ninguna vía. Encima Leandro, que no nos tiene para nada acostumbrados, erraba libres.
Con un Panchi sensacional, Atenas lo cerró brillante y se quedó con la cuarta semifinal de la Liga. El equipo de Marcelo Signorelli sorprendió muchísimo, porque a diferencia del otro día jugó un partido inteligentísimo y llevó la serie a una finalísima el viernes. Atenas 82 y Biguá 73, el resultado final muestra a las claras que fue lo que llevó al equipo blanquiceleste a ganarlo, pudo bajar en puntos a un equipo muy goleador.
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