domingo, 3 de mayo de 2009

Cerro quiere ser campeón

Despachó a Racing por goleada
En una mañana soñada, Cerro goleó a Racing en duelo de segundos, gracias a un trabajo defensivo perfecto y un porcentaje de efectividad cercano al 100%. De paso le propinó un duro topetazo al albiverde, que nunca mostró, o pudo mostrar, nada de lo que lo ha llevado a ser uno de los mejores del torneo. Igual en Sayago siguen ojeando la copa, aunque ahora con un Cerro adelante y que viene creciendo.

Si alguien llegó medio dormido y compró el cuento del “partido de la fecha”, habrá dudado en volverse a dormir. Porque pasaban los minutos y parecía un juego de flipper cuando pinta bonus y jugás con cinco guindas a la vez. Mucha imprecisión fruto de tanto nervio, de tanto querer ganar. El calor lo puso el radiante sol, y el color las hinchadas, que dieron tremenda vida a la mañana.
Cerro empezó por acomodar el partido en función de la marca: una presión muy bien sincronizada cuando el rival atravesaba la media cancha. Así, los más hábiles de Racing sintieron muy denso el acoso, que se tradujo en errores hasta torpes, a veces. Y Boghossián empezó a mostrar la lucidez que lo acompañaría todo el partido, jugando muy bien con y sin pelota. Entonces Cerro llegó dos veces al inicio, aunque muy tímidamente. Recién pasó algo parecido al peligro cerca de los 20', cuando el Bogo la bajó de pecho y probó una mediavuelta que fue trabada a tiempo.
Pocos minutos después, del laboratorio de Acevedo (¿del IAVA?, preguntó uno) llegó el primero: saque de banda que cayó en el área, saltó Boghossián que peinó hacia atrás, y por el punto penal apareció como chumbo Suárez, que puso un derechazo abajo para anotar. Golazo para despabilar a Racing, que ahí ganó en rebeldía y generó peligro. Sobre todo a los 35’, con la fórmula del centro pasado de Goñi desde la izquierda, que Blanes sin dejar caerempalmó con volea de derecha e hizo lucir a Ferrando.

Te atiendo en 15'

El PT se diluyó con esa ilusión de Blanes como última de riesgo para Racing y con Goñi protagonizando la primera del complemento, cuando llegó hasta el fondo del área y puso un centro corto que no encontró ninguna tibia, tobillo o parietal que lo desviara. Carísimo pagó Racing no acertar, porque un minuto después Cerro lo liquidó con un golazo. Christian Núñez puso en carrera a Boghossián que encaró, llegó asediado hasta dentro del área, y con un hermoso caño burló su marca, para quedar de frente a Contreras y poner la pelota con tres dedos en el segundo palo. Encima hubo poco rato para el murmullo de los que, aún perplejos, rearmaban el cómo y el porqué de la plástica jugada que se mandó ese enorme delantero, porque a los 55’ cayó el tercero. Quedaron dudas si Caballero estaba adelantado, después del gran pase de Cabrera, y antes del ‘tomá y hacelo’ con que habilitó hacia atrás a Christian Núñez. Pero eso en la Olímpica a nadie le importó, la gente deliraba con el tres a cero, con su Cerro-Cerro. Enfrente, en la América, la barra que alienta se quemó con algunos de los propios y advirtió que “los que se vayan, no vuelvan nunca más”, cuando hinchas de Racing se pararon y enfilaron con furia hacia la puerta de salida. Es que La Escuelita no acertó más de dos pases seguidos, todo el buen fútbol que se vio del equipo pareció olvidado en algún casillero del vestuario. Ojo ahí, porque para Cerro fue lo que se conoce como “un partido de campeón”. Y si no que responda Boghossián. Probó con un taco para pasar la pelota a un compañero y le salió tan mal que no hizo más que acomodarla para sí mismo. Le pegó fuerte, cruzado, y en el camino la bocha rozó en alguien, coadyuvando para estorbar a Contreras.
Hubo otra media hora que progresivamente se tornó como al inicio, con Cerro apostado a la marca y tirando zarpazos, aunque con espacios para el lujo, gracias a la ventaja. Racing trocó gente, esquema y esperanzas, pero todo estaba perdido. Su gente igual respondió con un aplauso cerrado una vez que Cabrera pitó el final, aunque conscientes de que el sueño de campeón es más sueño que ayer. Como contraparte, el partido significó para Cerro una rascada de ojos, como para confirmar que no es tanto un sueño, que ser campeón está ahí nomás.
Rodrigo Ubilla

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