En Roma, el Barcelona se terminó de recibir del Brasil del 70 de esta década. La onda triunfalista de cierta prensa puede fastidiarte con tantos títulos del Barcelona festejados por anticipado, pero lo cierto es que pocas veces hubo un agrande tan justificado. Gana los partidos importantes, juega bien, muy bien. Distinto de como juegan los demás. Y sale campeón de todo. No son diez jugadores correctitos con Messi desnivelando. La distribución que logran en la cancha siempre los pone en ventaja con respecto a sus rivales. Luego, con esa estructura, la pelota circula con pases siempre milimétricos a una velocidad muy importante, que resultan en porcentajes mínimos de pelotas perdidas (el tiki tiki de Carrasco acá es tiki taka; no me pregunten por qué). Y, tercero, la frutilla del postre es que cuando se dan situaciones de encare mano a mano, están Messi, Eto’o, Henry, Xavi e Iniesta. Estos dos últimos son tremendos jugadores, sin mucha prensa (salvo aquí, claro, donde los ven como piezas para pelear el próximo mundial), porque los jugadores españoles no generan mucho entusiasmo, pero seguramente pelean un puesto en un equipo ideal del mundo entero.
Las transmisiones de la televisión van de Canaletas, lugar de festejo en Barcelona, donde había una multitud que siguió la madrugada enfiestada, hasta una nota con el rey, con Zapatero, Pujol, Bakero y todos los que puedan decir algo nuevo. Es difícil agregar cosas y no ser empalagoso, porque se ha hablado mucho sobre este Barcelona. Y aun desde la capital, donde cuesta que los adjetivos elogiosos broten hacia el Barça, la prensa cercana al Real Madrid, como el diario deportivo Marca, debió decir que “el emperador del fútbol continental juega al fútbol como los ángeles”. Ya de madrugada, entre unos puñados de hinchas del Barcelona con camisetas que circulaban por las calles con tranquilidad y gozo íntimo, los del Real y Atlético Madrid debían rendirse ante la evidencia, conversando por lo bajo. Si te gusta el fútbol no hay manera de encontrarle defectos a un equipo como éste. ¿Qué se le puede decir a un equipo que entró con tanta justicia en la foto de los mejores de la historia? Que el pelo de Pujol es medio desprolijo, de pronto. O, eso sí, que no entró el Pelado Cáceres un ratito, que eso hubiera estado muy bien. Usted tiene que dar un paso al costado, señor Guardiola.
IP, desde España
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