Martín Silva disimuló los errores repetidos de los grandotes Risso y Acosta, con los que conformó un atareado triángulo final. A 105 metros, en cambio, su colega Fernando Pérez nunca consiguió transmitir seguridad. Defensor supo cuándo pegar. Ferreira marcó el segundo mientras el complemento apenas se estrenaba. Vila congeló el tanteador a siete del cierre, en momentos en que los de Wilmar Cabrera recién saboreaban un descuento pago en euros, si se suman los méritos que tuvieron que ofrendarle en los 75’ anteriores. Más que por mejor, el tuerto se impuso por más seguro para aprovechar lo que generó. Que es una manera avara de decir que fue mejor, resultante de la contundencia de un fino Ferreira, la distribución acertada de La Paglia y De Souza y las corridas de Pérez y Vila. El eufemismo refiere a que aprovechó la superioridad de sus individualidades para ganar un partido parejo y revivir una máxima damianista. La que dice que más que los números, mienten quienes los hacen: a Defensor, la tabla le cree.
MR
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