Ni Racing, ni Liverpool: 0 a 0
Liverpool pudo haberse quedado con la punta en solitario, pero recién en el segundo tiempo produjo el fútbol que lo arrimó al arco rival. Racing pudo dar un paso fundamental para consolidarse como la revelación del Torneo, pero terminó comprobando que en el siglo XXI ser El Rey del Empate rinde menos que en los noventa.
No faltará quien lea la igualdad a cero como el resultado decepcionante de un choque de equipos que pueden más. O como la lógica neutralización resultante del enfrentamiento de dos rivales competitivos.
La dinámica mutó en apuro y mató de a poco el cartel que encandiló al anunciar el partido. El juego inicial del Racing, que empezó envalentonado de la mano de un explosivo Juan Pablo Rodríguez, y la posterior fricción de media cancha grafican el punto de partida y el producto de la mutación.
Cuando activó ese piloto automático, que parece pensarlo todo dos veces, Liverpool estuvo cerca de llevarse los tres puntos de Garzón al sur. Pero, en su mejor momento, Contreras le negó un gol a Varela con una reacción al estilo Eduardo Pereira (por su similitud con la atajada a Funes del ’87, no con el cabezazo a Rodolfo).
Favaro tocó un sistema normalmente intocable y apostó a la punta con tres puntas. Verzeri se enamoró del empate y le ofrendó el ingreso de Darío Larrosa y la salida de un delantero. Pero ,infiel, le dedicó un par de guiñadas a la victoria, gracias a la ductilidad de los ahora adelantados Blanes y Juan Pablo Rodríguez.
De ahí los aplausos compartidos pos-pitazo final. Justos, con las ganas puestas, más que con el fútbol visto. Algo más merecidos por el Liverpool, que no habrá subido a la punta, pero sigue al acecho, invicto y sin goles en contra.
Martín Rodríguez
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