Cualquiera que hubiera desembarcado en Uruguay el domingo pasado y que hubiera querido ponerse al día con las últimas novedades se hubiera encontrado sólo con piñas, golpes y dolor, mucho dolor.
Los periodistas trasmitían congoja y sensación de profunda decepción por la derrota de Chris Namús ante la colombiana Leli Flores, que la tumbó en la primera vuelta.
Realmente lo sorpresivo es cómo se instala en el público receptor un tema, una protagonista y su destino. Namús, buena, mala o regularota ¿no podía perder? ¿Con Amaya y Vanrell o con Revetria-Golomar tenía más potencia o era menos linda, o tenía pinta de boxeadora y no de modelo?
En julio de 2008, Namús había logrado el título mundial juvenil súper ligero, de una de las tantas organizaciones boxísticas, la Asociación Internacional de Boxeo Femenino (WIBA por sus siglas en inglés), tras vencer a la mexicana Perla Hernández en el Palacio Peñarol. Fue un título sub 23 disputado sólo entre tres candidatas de una federación nuevita, que un colombiano y un estadounidense crearon en Miami. Había propaganda engañosa, extendida cuando peleó con otras señoras ya mayores y decían que "expone la corona mundial". Eso fue alimentando la creencia de que estábamos ante la mejor, la nuestra, la campeona, la que va a ver Tabaré, la que hace llorar a Crossa, que la asocia con Maracaná.
Para el pasado 16 de mayo, Namús tenía prevista una pelea que se postergó por los públicos inconvenientes que tuvo con la empresa Amaya y Vanrell Producciones. Una vez solucionados esos problemas, ahora con Sebastián Revetria como manager y con Wilson Golomar como promotor, la joven boxeadora volvió a pelear luego de estar seis meses sin subir al ring. Lo hizo el pasado sábado en el Palacio Peñarol, en un combate que tenía en juego el título interino (?) -¿por cuánto tiempo es el interinato? de la categoría súper ligero del Consejo Mundial de Boxeo (WBC por sus siglas en inglés). No le fue bien, ya que a falta de 12 segundos para finalizar el primer round, la colombiana Leli Flores la dejó maltrecha venciéndola por knock out. Las imágenes televisivas fueron bastante elocuentes, ya que se pudieron ver los durísimos golpes que la boxeadora cafetera le aplicó a la uruguaya.
Perdió el invicto. La inocencia ya se la habían hecho perder con todos los manejos mediante los cuales habían inflado desmesuradamente el desarrollo de su corta carrera encima del ring.
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