San Lorenzo venció 1-0 a River por Copa Sudamericana
Víctima de su propio juego. Parece un detalle menor, pero cuántas oportunidades desaprovechó River por insistir con pasar la pelota cuando el arco estaba ahí, delante mismo de la nariz. El equipo jugó como sabe y no mereció perder, aunque es claro que por merecer Uruguay sería mundialista. O River, al menos, seguiría invicto. Pero la bocha del uruguayo Pintos no lo quiso así y nuevamente un equipo argentino se llevó los tres puntos del Estadio.
Después que el hábil Menseguez, de San Lorenzo, apuró a Dos Santos a los 14 minutos, River se remangó para tomar el partido por las crines. Devolvió el golpe con un inmediato golpe que armaron entre Zambrana y Porta, y dejó bien claro que no se prestaría para sparring como en la pretemporada. Enseguida Porta logró zafar de su marca y con un pase de cabeza buscó a Córdoba, que entraba raudo por izquierda, pero un santo punteó al córner y quedó la duda de si cometió pecado capital cuando marcó al de River.
Ojo que San Lorenzo, lejos de sucucharse para abrochar el cero, mantuvo en vigilia al fondo darsenero, que desnudó problemas por izquierda, donde Bica le tomó la chapa repetidas veces a Menseguez y a Gómez. La visita pareció acoplarse con docilidad al ritmo frenético que impuso River; entonces, incluco superado dio muestras de estar ahí, en combate y con mucha personalidad en la tarea de ofender.
La de defender la tenía complicada, claro. La batería de paredes y triangulaciones que orquestó Zambrana desde el cajón del 10 provocó severas fisuras al embudo que comandó Aguirre en la zaga azulgrana. Klingender logró acomodarse el contrabajo luego de algunos minutos de incertidumbre y los tres violines de arriba consiguieron afinar algunas buenas melodías. Es así. River estaba para cantar gol. Pero la velocidad de su fútbol se volvió contraproducente, porque muchas buenas intenciones se diluyeron en las tribunas. Sí, porque San Lorenzo sufría de vértigo y revoleó unas cuantas para encontrar el aire que devolviera la razón.
Cabeza fría que faltó hasta en una jugada matemáticamente elaborada, cuando el Japo Rodríguez engañó con centrar por alto y sirvió una falta rasante, al medio del área rival, pero el operario que tan sólo debía dirigir la pelota al arco sacudió su pierna con violencia, sin siquiera rozar la pelota. En cambio, San Lorenzó casi siempre buscó coherencia cuando ofendió, apoyándose delanteros con volantes si el avance se ensuciaba, y vuelta a probar. Ese ir y venir hizo que aparecieran huecos en la última zona de River y por ahí se coló Menseguez, maradoneando hasta llegar al gran Dos Santos, que atajó su definición justo en la hora del primer tiempo.
Sin descanso
El ritmo del fútbol pareció nunca claudicar, ni siquiera después del receso, porque la primera que tocó el ingresado Bordagaray hizo levantar al pueblo cuervo con una tijera apenas alta. Resultó un episodio aislado cuando fue nuevamente River quien hegemonizó las acciones bajo el mando de la zurda laboriosa del Japo Rodríguez. Sin embargo, San Lorenzo consiguió anticipar con mayor eficacia que antes esos pases tipo flipper que ejecutan los pupilos de JR cuando avanzan por terreno enemigo. Así fue que a la velocidad descontrolada del ataque de River se sumó una marca inteligente, casi expectante, que hizo que progresivamente la pelota, por inercia nomás, fuera a parar hacia pies argentinos.
Pero el as en la manga para River fue curiosamente Torres, que se hizo echar innecesariamente justo cuando su equipo inclinaba la cancha hacia el arco de Dos Santos, que ya había anotado otro par de tapadas en su ábaco. Simeone recompuso en seguida la figura, y los cambios, con el correr de los minutos le darían la razón. Claro que antes padeció repetidos sofocones en lo que fue la segunda cruzada de River en busca de doblegar tierra santa. Y allí otra vez las deficiencias endémicas de un equipo que redunda hasta el hartazgo en el intento de llegar tocando hasta las narices del arquero rival.
A los 70 minutos llegó el tan temido pero esperable castigo. Tiro libre que Bordagaray puso en la cabeza de Pintos, quien, sin marca dentro el área chica, venció a Dos Santos. Los veinte minutos restantes se fueron como agua, con River plantado casi entero en cancha rival, buscando con centros, abriendo la cancha, por izquierda y derecha, tiros libres, córners… A esa altura San Lorenzo había tirado la llave del candado a la fosa de la Amsterdam y se aferró, con algún julepe, a un 1-0 que lo dejó como claro favorito para la revancha de noviembre.
Rodrigo Ubilla
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