Sólo así podía ser. El partido pasó por cerrado, trabado, mal jugado y, muchas veces, aburrido. Defensor salió como desbocado a llevarse puesto al duro Cerrito, mañoso y pegajoso, pero con la suficiente osadía para tumbar al recibir ventajas. De Souza pudo abrir el partido a los 10’, pero la volada de Castro sobre el ángulo izquierdo fue mejor que su disparo. Y Dorrego tuvo la más clara (y la única) de la visita sobre los 20', pero no controló con acierto la pelota y el tiro le salió feo. En ese primer tiempo, el arco jugó siempre a favor de los auriverdes, que en dos oportunidades agradecieron al fierrito derecho, que les dio una mano: primero Navarro, con disparo rasante y cruzado; sobre los 45’ fue De Souza, con un saque de falta que estrelló la pelota cerca del ángulo superior.
Al inicio del complemento Ortiz sacudió a Silva con un zurdazo, en lo que fue la única llegada al arco de Cerrito. De ahí en más, todo Defensor, que apuró el ritmo y obligó con encares de De Souza y eventuales trepadas de Ariosa por izquierda. Pero la zaga visitante trabajó a la perfección el "quiebre y pistoneo": allí donde uno salía a cortar juego, otro compañero aparecía para ocupar el hueco generado. Defensor era dueño del juego, pero los avances que producía eran cada vez más imprecisos.
La paciencia del hincha violeta se salió de control cuando Suárez se hizo echar a falta de media hora y las voces disconformes con Ferrín comenzaron a escucharse con menos pudor. Reacomodó la figura dejando tres hombres en el fondo mientras Cerrito se relamía por el punto ya casi asegurado. Y todo estaba jugado a suerte de un zurdazo de De Souza, un cabezazo de Taborda o alguna salida ingeniosa del Chino Navarro. Algo es seguro: nadie contó con la astucia y plasticidad de Gaglianone, que a falta de 15 minutos se puso el disfraz de héroe y con una chilena infló las piolas del arco.
Quizá por eso no entró ninguna otra pelota, porque con Cerrito abierto y con un hombre menos se hizo evidente la posibilidad. Porque De Souza pudo hacer el suyo en una corrida tremenda de cancha a cancha. Porque incluso entre Hernández, Ariosa y Carlitos Díaz fallaron en alguna otra chance. Pero ayer en el Franzini, sólo de chilena, sólo así podía ser.
Rodrigo Ubilla
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