jueves, 4 de febrero de 2010

De cómo aprendí a hacerme la moña

Era en el 69 o en el 70. Hacía poquito me había venido a vivir a cinco cuadras del estadio y el fútbol ya formaba parte de mi vida como los cuadernos de doble raya, porque mi primera maestra en Montevideo decía que mi letra era un desastre, Meteoro y el tiki-taka.
Mi padre me prometió que si aprendía a hacerme bien la moña con doble nudo de los zapatos, que debían ser unos incalflex, me llevaba a ver a Racing el sábado, y si bien mi presencia en las canchas de la zona era cada vez más reiterada, practiqué toda la semana, pero confieso que para asegurar la cosa el viernes tironeé para sacármelos atados y el sábado metí pata contra el contrafuerte con la gloriosa moña hecha y fue cuestión de arrancar para la Olímpica para ver a mi equipo de moda por esos días. Aquel Racing, que si no usaba camisa pegaba en el palo, jugaba de verde con dos franjitas blancas verticales sobre la izquierda y tenía una peculiaridad que además de su buen juego me marcó para siempre: empezaba con el 1 Walter Corbo y terminaba con el 11 con su hermano Ruben Romeo Corbo. Creo que perdió 3 a 2, pero mi simpatía por ese cuadrito con estilo no se perdió.
Unos año más tarde volví a tener un fogonazo de alto impacto y volví a enamorarme de un equipo que tuvo unas épicas finales con Fénix para evitar el descenso. Con galanura Miguel Gómez, un 5 de calidad comandaba aquel equipo en el que creo que atajaba Julio Acuña, Roberto Echartea jugaba de lo que fuera, Pedetti era el centrodelantero y es posible que el Mono Abalde, fuera y viniera con impresionante dinámica. Fueron 3 partidos con Fénix, con un calor de morirse en el Palermo, ganó 3 a 2 el albivioleta, con clase de Miguel Gómez en el Centenario, Racing ganó 2 a 0 y después no se dónde, porque la tristeza me embargó, Fenix ganó 1 a 0 y se quedó en la A.
Te tengo que confesar que era medio contra del Racing GEMO del desaforado Armando Da Silva Tavares, que a fuerza de chequera, como un Welcome de Magurno, armó un equipazo con jugadores que me eran simpatiquísimos como Venancio Ramos, la Pocha Fernández, Pelé Cardozo, Juan Hatchondo y algunos más. En el 87 habían perdido el ascenso en el último partido con Liverpool en el Parque Central, en el 88 empatando alcanzaba, el partido era con Rentistas en el Estadio Centenario, pero los rojos con gol de Andrés López volvieron a dejar a la vieja escuelita en la B, hasta ese acuerdo con el legislador pachequista que regenteaba la General Motors en Uruguay. En el 89, entonces con gases en el Franzini, con el caballo del comisario, Racing venció al Cerrito del ya gordo Púa y volvió a la A.
El año pasado volví a enamorarme de la albiverde y hasta soñé con pelear el título. Se vino a la Copa.
Y eso que no soy de Sayago, ni vi a Mariolo Bergara ni a Eladio López ni al porteño Callá, ni pude salir en la Contra.
Ta bien Racing, te lo voy a confesar: te quiero de chiquito, pero te aviso que soy polígamo deportivo y ni te imaginás a cuántos ya le he dicho lo mismo.
RMCH

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