jueves, 10 de diciembre de 2009

Pasale franja

Gran victoria danubiana sobre Peñarol
El sacudón que generó Ifrán con su zapatazo no sólo valió un golazo, sino también despertar los fantasmas del clásico para Peñarol al absorber otro “gol de vestuario”. Peñarol jugó (y juega) con una herida abierta que sólo el tiempo sabe cuándo sanará. Respecto del partido, logró recomponer filas y salir del bajón con mucho de ganas y algo de Pacheco.

El 8 fue el primero en inquietar a Conde, con un disparo que el golero mandó al córner. Del otro lado, el colombiano Mena, que a pesar del lapso fuera de Uruguay demostró que a Peñarol le tiene tomados los puntos, volvió a desbordar a Techera, al igual que en el gol de Ifrán, y casi el segundo, si no fuera por Sosa. En la siguiente jugada Pacheco sacó un conejo de la galera y dejó a Ramis de frente a Conde. Éste tiró un globo y Bryan Rodríguez llegó para empujar sobre la línea, asegurando el empate.

Se puso bueno el partido porque Peñarol se envalentonó y fue a por el segundo. Pacheco corría y pasaba, trancaba y definía. Pero la defensa… Con qué simpleza entre Mena e Ifrán se arreglaron para superar líneas de jugadores con amagues simples o juego a dos toques. El gol a esa altura pagaba 0,20, la cosa era en qué arco llegaría. Fue a los 40 minutos que Peñarol volvió a combinar rápido y preciso en ofensiva, con centro pasado de Ramis que Ramírez devolvió al medio, y quién otro sino el Tony para abrochar un primer tiempo más que auspicioso con el gol que dio vuelta las cosas.

En el complemento Peñarol saltó pasivo y le regaló demasiado campo a un Danubio que cuenta en delantera con jugadores rapidísimos y de cuidado en la asistencia. Curiosamente fue Grossmüller, otrora pasador, quien recibió solo para empatar, pero su puntazo fue adivinado por Sosa. Peñarol, ya partido en dos mitades, se jugó al aguante de la defensa y al talento de su ataque. Pero la defensa… Ifrán recibió de espalda sobre el área chica, logró controlar, aguantar, darse vuelta, encarar y eludir a Sosa sin poner en riesgo la pelota.

A esa altura la Amsterdam estaba muy ocupada en quemar pirotecnia que quedó del clásico, como dijo uno por ahí, y vociferar sobre alguna clase de orgullo guerrero. En cambio la hinchada de Danubio se metió de lleno en el partido porque vio que apurando otro poco caería el tercero. Pero el que cayó fue Bryan Rodríguez al borde del área, fauleado por Marcelo Silva, que vio la roja. El tiro libre de Pacheco fue cerca del palo, y lejos, la última jugada de riesgo que generó el aurinegro.

Fruto de uno de los tantos ataques estériles de Peñarol nació la contra en forma de pelotazo para Mena, al mejor estilo “hacé lo que puedas”. Y el colombiano hizo mucho más: encaró hacia el área, birló y humilló a Alcoba, que lo derribó con falta penal. Conde no falló y Danubio, con diez y a falta de 12 minutos, dio vuelta el juego. Después, con paciencia y orden, dejó correr el reloj mientras Peñarol se desvanecía en su inoperancia.
Rodrigo Ubilla

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