domingo, 10 de mayo de 2009

Cri, cri


Nacional jugó muy bien, Danubio no existió y cantó el Grillo Biscayzacú

El equipo de Lasarte, que ya no es tal dado que el entrenador dejó de serlo en Danubio siguió cuesta abajo en la rodada ante un equipo tricolor a punto de caramelo que les regaló a sus partidarios una buena tarde sabatina. El 2-0 final refleja amarretemente las diferencias existentes entre los contendores.
El partido jugado en el Parque mantuvo interés en todo su transcurso. Los hinchas de Nacional esperaban los goles que ya van a venir, los de Danubio no daban crédito a lo que observaban (lo bajo que ha caído su equipo).

Desde los dos minutos el equipo local dio disfrute a su gente: un avance incontenible de Nicolás Lodeiro, apoyado por Arismendi en subida por izquierda hasta el fondo de la cancha, hizo entrar a Biscayzacú en juego en el área grande y habilitó, generoso, al Morro García, a quien Matías Pérez le interceptó el remate en línea de gol. La jugada tuvo de todo. A sus protagonistas, los héroes de la cálida tarde otoñal, se les fueron sumando luego los muy buenos aportes del Flaco Fernández, de OJ y el resto.

A los 9' fue sacudido el horizontal del arco de Rodrigo Muñoz. Un cabezazo de Jorge García ante centro en tiro libre de Martín Icart fue contestado más adelante por un balinazo de Mauricio Victorino en el horizontal opuesto al ejecutar un tiro libre.
En el medio llegó el gol inicial de un goleador como Gustavo Grillo Biscayzacú que también sabe jugar y que está comenzando sus hazañas en el equipo del Parque. Alternó olfato de arco, como en el segundo gol ya en el segundo tiempo, con participación activa en las jugadas colectivas del ataque y fue figura por ello.

El Hueso Romero, con irresponsabilidad paralela a su crecimiento futbolístico y a su polifuncionalidad tan apreciada por Pelusso, dejó a su equipo con diez jugadores cuando apenas corrían diez minutos del segundo período. No se notó. Danubio no tenía fuerza. Luego, al ingresar Javier Delgado como refuerzo experimentado, igualó el número de jugadores, al entrar en uno de los más despreciables actos antideportivos. Actuó contra Lodeiro como un novato ofuscado intentando lesionarlo de mala forma. Quiso vengar a sus compañeros burlados por la extrema habilidad -y alguna mostradita, vale anotarlo también- del sanducero. Más inadmisible aun resultó la temible falta al provenir de un jugador de calidad, aunque no se encuentre en su mejor momento y haya acumulado, en esta temporada, un número récord de expulsiones.

Como para completar las gratificaciones, Pelusso nos regaló a los presentes 20 minutos de fútbol practicado por Ángel Morales. Su manera de andar con la pelota, su visión lateral que le hace detectar la jugada justa antes que nadie (incluido ese espectador que recomienda a los jugadores las mejores acciones posibles) y la enorme calidad de su pegada de casín, se transformaron en el mejor postre futbolero posible.

Algunos jugadores de Danubio lo castigaron por fuera del reglamento y estuvieron, en ese caso y en varios más, al borde de mandar el partido al diablo.
El brillo de Nacional en su mejor partido de este torneo se ensombreció algo desde los 15-20 minutos del segundo tiempo, cuando el sol se replegó y se arrimaron las sombras de la cercana noche. En esos momentos las luces del estadio continuaron apagadas.

En la semioscuridad el brillo lo aportaban las últimas jugadas de un Nacional que, liberado por algunas semanas de la Copa Libertadores por su avance en ella en condiciones muy especiales, mostró su máximo poderío -sólo faltó el lateral argentino Domínguez- para intentar disputarle a Defensor Sporting el primer lugar de la Tabla Anual y llegar en las mejores condiciones posibles a las instancias finales del Campeonato Uruguayo.
Jorge Burgell

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