domingo, 3 de mayo de 2009

El Grillo escondido


Con goles tres goles de cabeza, - del Morro, Bizcayzacú y Lodeiro -, Nacional ganó tranquilo 3 -1



La cancha de arriba se prende fuego. Hay olor a pólvora en el aire. Arde la ilusión igual que toda la vida.
Vibran con eco monótono las voces en el cemento gris, mientras gira brillante la bocha cuando le meten ritmo y corren parejos los protagonistas.
El primer fogonazo del gol restalló temprano.
El Morro pegó un salto casi eléctrico, arqueó el cuerpo en la ventolina como un muñeco de goma y saludó a la globa rumbo a la red.
Más tarde, el Grillo se elevó más de lo posible ganándole a la marcación picapiedra y alcanzó a conectar también de balero una guinda con rosca, que terminó cayendo en la cueva.
Y por último, el sanducero talentoso, -Nico Lodeiro- terminó cerrando la tarde cabeceando más solo que Kung Fu, el tercero tricolor.
El empate transitorio 1 a 1 de Rampla también llegó por vía aérea cuando el Pájaro Alonso acertó la conversión y salió planeando como una gaviota.
Fue un 3 a 1 compacto y por cierto sólido. En la primera mitad, bien Nacional. Tranquilazo.
Lodeiro manejó el esférico, Matute los hilos de calidad y el Morro, como siempre, la pasión infinita por el gol.
La escuadra tricolor tuvo control absoluto del fútbol y los espacios. Si bien Rampla por pasajes tuvo el monopolio del balón, casi no pisó el área enemiga.
Sobre los primeros veinte de juego, Nacional ensayó un curioso peloteo a la valla picapiedra, hasta que la pelota tembló en la red.
Luego de una triple sucesión de rebotes generados desde el talento de Matute, vino el centro a la zona de definición, -le pegó de puntín con rosca para afuera- Santiago García se arqueó en el aire y de cabeza, conectó la apertura del marcador.
Muy floja la producción de Rampla, jugando lejos del arco, con prolijidad táctica pero sin capacidad de respuesta.
Nacional accionó a voluntad, controlando el juego, la globa y las ganas.
En el complemento con la variante táctica del técnico argentino, Mostaza Merlo pasó de lateral y Claudio Rodríguez entró a volantear.
Cuando corrían entonces once minutos, cayó el empate sorpresivo.
Un centro bombeado bien alto descendió sobre el área chica casi planeando y apareció sobrevolando igual que un halcón, el Pájaro Alonso, para agacharse y meter el cabezazo de la igualdad.
Casi de inmediato, Pelusso decidió los cambios: el Flaco Fernández a la mitad del terreno a meterle creación al fútbol albo y el Grillo Bizcayzacú a cantar en el área, a revolver la grillera.
Rampla aplicó disciplina y lucha, muy poco más.
Matute con kilos de categoría direccionó otro centro al área y el Grillo -en el bautismo goleador con la casaquilla tricolor- clavó un cabezazo fuerte y bien colocado para el 2-1 y hacer estallar así un sonido híper agudo. Poco después, a la media hora, Victorino metió una pelota espectacular, atropelló el Morro, chocaron entre ellos un zaguero y Vikonis y oportunamente el sanducero Nicolás Lodeiro sacudió la guinda y la euforia en el fondo mismo de los piolines con un limpio frentazo.
Con los objetivos en dos planos, el equipo de Pelusso - moviendo las piezas del plantel, ajustando engranajes por líneas, sumando en lo colectivo- está en perfecto rodaje competitivo, en esa carrera de la tabla, de la historia y del sueño eterno de un equipo grande.
Marcelo Tasistro

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