El arquero de Cerro Largo prohibió el festejo de Defensor: 0 a 0
La punta fue punto. Defensor Sporting no pudo quedar como único líder del Apertura porque sólo sumó una unidad en un partido que pintaba para sumar tres. Cerro Largo visitó el Parque Rodó con la intención de defenderse y sacó flor de empate, tras una jornada marcada a fuego por la colección de atajadas exhibida por el arquero Campaña.
El despliegue ofensivo del locatario murió reiteradamente en los guantes del sub 20, demostrativos de una técnica no tan visible en la actuación de algunos de sus compañeros. Cerro Largo no escatimó faltas con tal de aguantar, reiterando cortes fuertes sobre algunas de las mejores piezas locatarias. Diego de Souza y Hernández se merecen prioridad en la cola del hielo, porque se ligaron las peores patadas. Fueron fundamentales para que Defensor metiera a Cerro Largo bajo su arco durante más de un pasaje. Las habilitaciones del primero y el juego de pelota atada del segundo dejaron en evidencia los problemas de contención del lateral derecho Gomes y el volante ídem Peña, dos de las lijas arachanas. Le dieron de comer a Risso, que sólo ante un arquero de la talla del de Cerro Largo podía quedarse con las ganas de festejar al meter un cabezazo como el de los 63’. Por momentos se entendieron bien con Ariosa y hasta con Amado, que se animó a cruzar para desbordar.
La desesperación violeta se volvió aliada de la visita en la última mitad del complemento, que no repitió los casi anteriores pese a que Ferrín mandó a la cancha a Navarro y a Mora.
Los pelotazos fortalecieron a Cerro Largo, de buen remate de partido en el juego de la azotea. Con la pelota en los pies, lo mejor de sí estuvo al optar por la administración más que por la rifa. Casado y Fabricio Núñez tuvieron de las buenas. Igual que Peña, criterioso para atacar por sorpresa cada vez que largó el martillo neumático. Sin incidir, el juez ayudó a los arachanes al mostrar dos rojas tardías que los dejaron con nueve. Una fue para Aparicio, destacado pero violento cobrador de peajes. Los palos también colaboraron, porque en no menos de dos ocasiones negaron el merecido gol ajeno. No podían ser menos con semejante ejemplo adelante.
Martín Rodríguez
viernes, 23 de octubre de 2009
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