lunes, 1 de diciembre de 2008

Casi cae de maduro

Durazno al final dejó buen sabor de boca
No son más de 20 o 30 los gauchos que están en la tribuna visitante del Méndez Piana, que, ante tanto cemento libre, parece la Olímpica sin gente. Son hinchas de este raro Durazno, presidido por un argentino y con un plantel que tiene de cada pago un paisano pero muy pocos duraznenses. Es Durazno igual, aunque muchos no lo quieran, y está en la pelea a pesar del escandaloso fallo del partido ante Fénix que, por lo menos, le quitó la posibilidad de un empate parcial.
En la cancha y de entrada, cosa que es bastante excepcional, está el legendario Daniel Tilger, y a los 10 minutos de juego ya la mandó al fondo de las redes. En apenas un ratito la roja encuentra el resultado que busca ante Miramar Misiones, mientras con la Spica en la oreja sigue con atención lo que pasa en el Franzini. Fénix pierde, Durazno gana, y si aquel gol hubiera sido gol y no córner ahora el equipo del Yí estaría primero. Pero hay que aguantar. Primero hay que esperar que termine el partido de Fénix y que pierda, y además los monos se vienen por todos lados: ese chiquito, Speranza, es un infierno como desde hace años y el riverense Yai Fontes, el Tuco, ataja todo.
En el segundo tiempo es peor. Los monitos, que hace un rato que vienen perdiendo partidos en fila, están como aviones, pero con Germán Pérez de cinco metido entre los zagueros y los backs sacando de punta y para afuera, la roja del Yí aguanta y aguanta. Salen algunas contras y la roja lo puede liquidar, pero la bola no entra y Miramar sigue buscando y buscando.
Termina el partido; ya ganó Durazno, ya perdió Fénix. Qué distinto pudo haber sido si aquel gol subía al marcador. Qué distinto puede ser.
ME

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