lunes, 1 de diciembre de 2008

Ganó El Tanque, negro

Cuando juegan para la TV , se van con los tres puntos
Cuando el camerunés Helha apareció en el área como una culebra y metió un toque súper sutil para el primer gol, levantó los brazos y lo gritó contra el alambrado. ¡Para qué, muchacho! Corrían ocho minutos del segundo acto y lo putearon en 14 idiomas. Con una sonrisa ingenua, Antoine Helha vio cómo el juez le mostró el cartón amarillo por gritar el gol de cara a la hinchada local. En tanto, los contrarios lo increparon y sus compañeros intentaron apaciguar. Pero ya el clima quedó caliente.
La apertura del marcador la conectó el gaucho Gaetán con bolea de zurda en definición exacta al tomar la guinda en el aire y zamparla contra un palo a los 20 minutos de juego.
Estaban 1 a 1 y El Tanque de Barcos empezó a mover los engranajes.
Al rato, nomás, el otro negro, Juan Marcelo Toya, escapó veloz por punta derecha, sacó un disparo rasante bien cerrado y volvió a aparecer Helha -como si fuera una luz mala- y la tocó de zurda bien apretada contra un palo.
Con una sonrisa de oreja a oreja se fue de nuevo a gritarlo contra el alambrado para que instantes después viera el sorprendente acrílico rojo del reglamentarista referí. ¿Quién inventó semejante norma? ¿Acaso el gol no es la esencia del fútbol? En mi pueblo era distinto.
El camerunés, la figura de la cancha, metió dos goles y se fue a las duchas por gritarlos mientras el resto del equipo, El Tanque, apretó líneas y combatió el resultado hasta el pitazo final. Un muchacho, ofendido por la alegría del camerunés goleador, lo escupió a través del alambrado una media docena de veces y algunos futbolistas de Progreso defensores de una falsa dignidad quisieron apretar al camerunés. Ésa es parte de la violencia que habría que combatir sin armas y con educación.
Progreso, que tenía matemáticamente la chance de arrimarse más arriba, perdió la brújula y, aunque vinieron los cambios de piezas, nada salió sobre la valla enemiga. Ganó bien El Tanque, en campaña irregular a pesar de los buenos valores que lo defienden.
MT

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