Con dos goles de Coates y un bombazo de Ojota, Nacional goleó 3-0 a Rampla
El botija se mandó como Perico por su cancha, con rebeldía y entusiasmo. Arrimó la guinda de atrás y la cedió rastrera al costado. Allí Matute, que estaba suelto, ya había diseñado como en un ejercicio de pura geometría la definición del asunto. El corpulento zaguero apretó el paso con zancadas largas. El Ángel, el de la pisada y el pase limpio, metió el centro medio combado, casi banana, a la puerta del área chica, ahí donde desfilan los goleadores y se abren todas las gargantas.
Llegó frontal, pesado como un tanque; lomo, músculos, visión de gol. Todo fue rápido. Igual que la eterna fugacidad del tiempo o como la duración de un billete de Juana. El botija Coates definió con un cabezazo limpio para dejar a Lucero más duro que una estatua. El esférico se coló abajo, igual que una culebra cuando dispara buscando la cueva, bien contra un palo. Fue el 2-0 que simplificó todo.
Así se rompió el hervor en la olla tricolor. La catedral tiene sonido de gol. Siempre hay ruido, con pelota al piso y en la azotea, la cancha de arriba. El rumor del murmullo crece cuando el Ángel se hamaca y toca la guinda como si fuera un artesano, un maestro de la cuchara y el fretacho, igual que un cura debutando a la hora de la misa.
El primer gol de la tarde cayó tras un remate frontal de Óscar Javier Morales, simplemente el Negro Ojota, alma y corazón de la escuadra tricolor. Ojota empezó a meter como un tractor, acomodó el cuerpo y apuntó al arco con un balazo bajo desde una distancia de más de 25 metros del arco, y la estirada de Lucero terminó siendo inútil cuando la guinda tocó los piolines y la gritería tricolor llenó la tarde de La Blanqueada. Fue el 1 a 0 que puso las cosas en su lugar. Nacional fue protagonista ante un conjunto picapiedra impotente para detener el fuego ofensivo local.
Poco después, el Ángel del fútbol, el argentino Matute Morales, mandó un centro exacto al punto ciego del área chica y el zaguero Coates -que llegó al área empujando de atrás- conectó un cabezazo preciso allá abajo, contra un caño, para dejar sin asunto al golero Lucero. El 2-0 reventó al viento y Nacional prácticamente liquidó el partido.
Rampla se quedó agazapado como un gato en el galpón. Sólo con un milagro podía dar vuelta todo. Perdiendo 2-0 intentó el descuento y estuvo cerca con una pelota en el palo que pegó Icart o un cabezazo de Bonjour. El Nico Lodeiro también pegó un bombazo en un ángulo que arrancó la ovación. Por último, llegó el 3-0 en otra jugada de Matute en la que Coates se metió con pelota y todo dentro del arco.
Nacional fue más equipo de principio a fin, controló el esférico, los tiempos para acelerar el fútbol y todos los espacios del campo. La escuadra de Acevedo viene cumpliendo buenas faenas de funcionamiento colectivo, con ricas variantes ya que posee a un plantel de grandes individualidades.
Hoy por hoy Matute Morales y Nicolás Lodeiro son los abanderados futbolísticos de este Nacional. Puede resumirse diciendo que ahí está el fútbol al piso, talentos de cracks y goles, esa transformación radical de cualquier táctica.
Nacional está puntero, viene con paso decidido, firme y convencido de su potencial. Además, vibra, rodeado por la eterna pasión generosa de la hinchada bullanguera que va a la cancha, y la bolsomanía es una máquina que no para de alentar.
Marcelo Tasistro
lunes, 9 de noviembre de 2009
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