miércoles, 26 de agosto de 2009

Clarín como el agua

Caritas, fútbol y concentración de medios
La pantalla chica muestra imágenes poco verosímiles. Un gran exabrupto. Todos sonríen. A Diego Armando Maradona se le asoman los dientes, sentado al lado de la presidenta argentina, de la cual ha hablado bastante mal en varias oportunidades. Cristina Fernández menciona algo sobre la democracia. A su lado se encuentra el hace 30 años presidente de la AFA, Julio Grondona, conocido en Argentina por no mostrar malestar en el último período de la dictadura militar argentina.

El fútbol y la gente parecían ganar. El pueblo argentino (definición muy abierta y con pocas posibilidades de precisión de lo que significa) tiene ahora la posibilidad de ver el fútbol en la pantalla chica sin pagar, ya que “pagar para ver” (pay per view, en inglés) es la consigna de los canales de cable para el acceso a la señal de TyC en Argentina, algo que parece muy común en el mercado de los grandes medios en un mundo neoliberalista, donde el que pone la mosca es el que cuenta.

Es verdad que los argentinos aficionados al fútbol pudieron ver esta semana a su equipo por la tele. También es verdad que la televisación tuvo algunos problemas técnicos, que se supone serán revisados con el objetivo de brindar un espectáculo de calidad a los televidentes.

Sin embargo, la vuelta de tuerca que dio el gobierno argentino a través de una decisión política de este calibre, podría considerarse un puntapié inicial para que se comience, si es posible, a discutir la concentración de medios de comunicación en la vecina orilla. ¿Será garantía de democracia que en un país un gran grupo económico maneje un conglomerado significativo de medios de comunicación? El Grupo Clarín en Argentina tiene diversificados sus negocios en distintas sociedades anónimas. La televisión por cable es su vedette de teatro de revista de la calle Corrientes. Es que es de allí que obtiene las mayores ganancias de su negocio. En junio de este año, el periódico argentino Mu, en su número 25, publicó un organigrama que muestra de manera muy contundente los tentáculos del gran pulpo Clarín. Y la cosa asusta. El Grupo tiene gran parte del paquete accionario de: TyC Sports, Cablevisión, Multicanal, Artear, Ideas del Sur, Pol-Ka, Patagonik, Canal Rural, y la lista sigue. También, tiene el 100 % del diario Clarín, Clarín.com, Olé, Radio FM 100, Radio Mitre, Canal 13, TN, Volver, Magazine, Multideporte, Canal 7 de Bahía Blanca, Canal 12 de Córdoba, Bariloche TV, La voz del interior, e ainda mais.

Para muestra, otro botón. El Grupo concentra el 49% de las acciones de la producción del papel de prensa argentino, además de acciones en empresas de telefonía celular y datos. El 26% de sus ingresos lo percibe del sector gráfico (diario, revistas, e imprenta), mientras que el 61% de los ingresos del Grupo provienen de la televisión por cable.

La misma voz, distintos rostros. Un pulpo mediático de cientos de tentáculos. Los mismos que hacen contenidos, los promocionan, los reproducen por sus diversos medios y además los distribuyen a todo el país. Parece bastante claro: un negocio redondo que opera a favor de los intereses de Clarín.

Cabe preguntarse si la decisión política del gobierno de la vecina orilla constituye una flamante oportunidad para abrir espacio de debate a estos temas. ¿Será posible para el sistema político convivir con tamaño monstruo? ¿Le hace bien a la sociedad esta concentración de medios en tan pocas manos?

No se trata de una pelota, 90 minutos, 22 jugadores y una hinchada. Se trata de un sistema de medios que parece insostenible si se pretende la pluralidad y diversidad en el proceso de comunicación. Se trata de un sistema que le sirve a pocos en nombre de muchos; un sistema de representación simbólica que parece múltiple y sin embargo es unívoco.
Patricia Pujol

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