viernes, 23 de octubre de 2009

Con la receta de la abuela

Peñarol sigue sumando puntos y con una estructura bastante segura derrotó a Central 3-2

Sigue la evolución tambaleante. No pueden caber dudas acerca de que Peñarol está mejor que antes; no tanto como para festejar, pero va dando pasitos. Es que Púa no receta largos y complejos tratamientos, sino que hace la cuadradita, la segura y sin vuelos: abrigate bien, no chupes frío y ponete una franela caliente en el pecho. Y juega con la receta de la abuela, que se traduce en un buen arquero, una línea de cuatro que no le hace asco al de punta y pa' arriba, una mediacancha que también apuesta a la seguridad, y jugadores de ahí para adelante que pueden hacer cosas interesantes. Y así, despacito, va saliendo.

Estuvo interesante el primer tiempo, seguramente alejado de los que tenían la expectativa de un equipo aplastando al otro. Sucede que Peñarol no está tan afiatado como podría dar a entender la sucesión de partidos sin fracasos, y Central no es tan patrinquero con sus jugadores colgándose del travesaño. Para mejor, en los dos equipos había jugadores de buen pie y por eso se empezó a poner linda la cosa cuando a los 7’ vino la primera conexión Pacheco-Ramis y el cabezazo del artiguense se fue apenas afuera. Antes de eso Central tuvo la pelota, la volcó sobre la izquierda pero nunca salió bien el penúltimo pase.

A los 9', otra vez la conexión entre Tony, el que la cranea, el que te hace disfrutar, y el artiguense Ramis, con mucha polenta alocada para ejecutar. Y Frascarelli abajo resolvió muy bien. Por momentos, con la verticalidad extrema y llena de potencia del Pollo Olivera y la cadencia de crack de Pacheco, parecía que se venía el gol de los mirasoles. Y se vino nomás: a los 29’, en una excelente combinación ofensiva, abriendo hacia la derecha llegó el centro de Román y gol de Ramis tras rebote en Andrés Fernández.

¿Viste? Ahí te la trabajás de periodista deportivo que se las sabe todas y ya das por liquidado el partido, pero resulta que un par de minutos después un tiro libre desde la ubicación de wing derecho, cuando recién empieza a hamacarse, lo remata con esa precisión admirable Fabián Coelho, e Ismael Espiga conecta el centro abananado. Uno a uno, y menos mal que te quedaste callado y no dijiste nada, porque para peor o para mejor, según cómo se mire, los palermitanos se animaron a sentirse dominadores y tuvieron la pelota, las ganas y hasta las oportunidades de ponerse arriba cuando una electrizante combinación de Coelho-Perrone hizo que Diego sacara tremendo zapatazo al que se interpuso muy bien como en casi todo el partido: Sebastián Sosa.

¿Cómo sería lo que vendría? Púa intenta darle estructuras sólidas a su equipo. Lo hace desde el fondo pero también con una clásica mediacancha. Y pretende la solidez hasta en su línea atacante; por ello dio ingreso al Flaco Rodríguez por Ramis. Hoy hay que ganar. Pero a los 7', en una jugada que fue casi un contraataque mortal de último momento, se la pasaron a Espiga y su remate se fue apenas alto. Era Central el que estaba tratando de hacer saltar el Supermatch. Que sí, que no, que no, que sí. Lo cierto es que Víctor miró para el banco y llamó a Martinuccio. El argentino entró (por Alonso) y en la primera definió notable tras gran habilitación de Román. Después, en las alturas, Bryan puso el 3-1 y otra vez casi lo digo. Es más, creo que lo dije. Pero Trasante, queriendo sacarse el traje de patrinquero, ya había puesto a todos los delanteros que tenía, y uno de ellos, Da Luz, puso el 2-3 cuando faltaban cinco minutos.

Y ahí otra vez vino esa sensación de desajuste, de preciso un plídex, de no me siento cómodo, porque aunque el carbonero no merecía que se lo empataran, Central flirteó con arruinarle la noche a Peñarol.

No es por dar Púa, pero este Peñarol está cambiando y sigue sumando puntos.
Martín Ehz

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