martes, 20 de octubre de 2009

En vías D

El puntero Danubio pasó Sayago y se ilusiona

Hay partidos que son pruebas. Ser visitante o jugar contra equipos fuertes es un desafío que se vuelve certificado de aptitud si se resuelve con una victoria. Danubio ganó en cancha ajena ante un equipo de indiscutibles fortalezas y mantuvo la punta que le amenazaban las victorias de otros. Fue a dar a Sayago, donde se impuso a Racing por 2 a 1 en un partido cerrado. Los brillos de Grossmüller laudaron una disputa de incierta resolución sin sus aportes. El jugador de las zancadas largas y los pases cortos marcó las diferencias entre uno y otro, entre el cambio de ritmo del ganador y la tenencia menos sorpresiva del que perdió. Aquello de la cantidad y la calidad: teniéndola algo menos, Danubio consiguió bastante más. Dos goles, tres puntos y un sello de aspirante a festejar el premio gordo.

Maravilla descargó un container de tacos y caricias de primera que aceleraron el tránsito por allá por Millán. La mayoría de sus aportes se redujeron a eso. Fueron demostraciones de simpleza, de resolución perfecta en una fracción de segundo, lo que dura un toque. Complementó con no menos de dos incursiones temibles con pelota dominada, diagonales que llevaron fútbol hacia el área rival y tempranamente señalaron que la puerta derecha del área de Racing no estaba bien cerrada. Fue un premio para el millar de franjeados que colmó la tribunita visitante y un castigo para los muchísimos locatarios que llenaron el domingo de color.

Un error pesado del zaguero cervecero Héctor Hernández enderezó el rumbo de los tres puntos. Justo antes del cierre de un primer tiempo equilibrado, el defensa metió un perfecto gol en paloma. El problema es que lo convirtió en su propio arco, para que Danubio encontrara el 1 a 0 que hasta entonces le era esquivo. Es que, sin perjuicio de las dificultades defensivas descubiertas por las trepadas de Grossmüller, Racing había conseguido revalidar su reconocido orden táctico tras el primer cuarto de hora. La dupla destructora Scotti-Ostolaza abasteció al tridente de futbolistas ofensivos que se ubicó a las espaldas de Cauteruccio, el único punta neto. De los tres, sólo Mirabaje pudo combatir el principal problema del fútbol cervecero, el de la falta de dinámica. Racing únicamente explotó en un par de desbordes del sub 20 y casi no acompañó su pasaje de dominio con remates al arco. Cuando le tocó, Danubio hizo más. Tras la interrupción que supuso la mejora locataria de mediados de la primera parte, estaba volviendo a tomarle el ritmo al partido. Justo ahí fue que el involuntario anotador del primer gol le regaló una linda llave para la tarde.

El tanto a contramano influyó en el trámite posterior. Danubio aguantó y mostró los dientes, mientras movía el banco para preparar la mordida final. Obligado, Racing no supo inquietar. Sin contar el descuento conquistado en los descuentos, el máximo riesgo cervecero llegó mediante un cabezazo a los 53’. Verzeri eligió el orden por sobre la determinación ofensiva, sin conseguir alterar un trámite ideal para que el ganador quemara minutos. Todos los ingresados respetaron el rol de los sustituidos. Giordano jugó al ajedrez con el mismo criterio pero le sumó el beneficio de la diferencia a favor. Pagaba dos pesos la entrada de Daley Mena para correr ante los espacios hijos de la desventaja cervecera y, una cifra parecida, la posibilidad de que el camino del colombiano gestara el gol decisivo. Él habilitó a Ifrán para el 2-0, que sólo le dejó margen al tardío tanto locatario.

La mitad del Apertura se encuentra con Danubio en una silla ajena. La del líder que no se sospechaba pero acumula logros reservados para otros. La pilcha de favorito le queda un talle grande, pero la de desafiante le calza justo.

Martín Rodríguez




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