martes, 6 de octubre de 2009

Sólo sé que soy primero

Danubio ganó con menos fútbol pero efectivo

El hincha danubiano y el espectador imparcial quizá olvidaron cómo fue el primer tiempo. El fútbol escaseó, el equipo se encontró poco y nada, y sólo una vez en todo el período Ifrán, a los 8 minutos, amenazó con el gol. Por ahí para los de Cerro, que tampoco vieron al equipo volar ni nada parecido, el balance de la primera mitad auguraba expectativas para el complemento. Fueron dominadores durante más minutos y generaron mayor peligro que el local.

Qué esperar entonces cuando al minuto del segundo período anotó Danubio, tras un posible offside de Grossmüller, que muchos sospecharon en vivo y que casi todos confirmaron cuando las radios, vía televisión, condenaron el fallo de Orfila. Después se vió que Carlitos estaba habilitado por Leites. El juego hizo un clic y ya nada volvió a ser igual. Un tsunami albiceleste cayó sobre el arco de Conde, que fue rey de la suerte, con sucesivos ataques de Cerro que de milagro no fueron gol: a los 53', tiro libre de Melo en el palo, rebotes varios y Caballero termina tirando afuera; a los 55', Ifrán (!) despejó sobre la línea cuando la pelota se metía y, en seguida, a la salida del córner peinó Leites y salvó Conde, con rápidos reflejos.

Cuando la mar estuvo serena, sereno estuvo Pastorini, que controló la pelota y esperó la entrada fugaz de Grossmüller para que Maravilla, de primera, aumentara a 2 la cuenta danubiana. Cuota grande en el gol tuvo Cerro, que marcó muy mal esa jugada. Distracción que pautó con el fastidio que jugaba Cerro, fruto de aquel primer gol ilícito y los subsiguientes goles errados. Y como para ponerle un moño a la mañana: penal y roja. Conde eligió el palo que no eligió Rolero. Y chau, asunto sellado.

Cerro, disminuido, se multiplicó en rebeldía e insistió con el gol que hiciera el resultado más ajustado a méritos, que llegó cuando faltaban 15 minutos, con el cabezazo de Fabián Trujillo. Pero como si de una burla se tratase, Jorge García, el de Danubio, anotó el cuarto danubiano sólo 7 minutos después, con un cabezazo casi calcado del del cerrense. El vertiginoso segundo tiempo regaló un sexto gol (y de palomita) del juvenil Apólito, que acortó nuevamente la exagerada diferencia. Diferencia que Danubio justificó por contundencia, virtud que hoy día le vale un primer puesto.
Rodrigo Ubilla

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