Muy trabajosa fue la victoria de Liverpool sobre Wanderers. Desde el arranque parecía que los negriazules se iban a llevar puestos a los bohemios. Favaro planteó un circuito de fútbol por izquierda muy interesante: el paraguayo Aranda como lateral-volante, Pezzolano como poste al estilo fútbol sala y Paolo Patritti picando detrás de la defensa rival. Eso le generó varias jugadas que pudieron haber terminado en la red.
Pero a medida que iban pasando los minutos ese circuito se fue apagando y sólo quedaba la picardía de Emiliano Alfaro, que corrió todo el partido y tuvo de las buenas y de las otras. Tanto era el calor de la tarde, que a los 23 minutos el árbitro pidió un minuto de tiempo al estilo básquetbol para que los jugadores se refrescaran y aprovecharan para que sus técnicos les dieran algunas indicaciones. Cuando promediaba la primera parte el juego se hizo más cerrado y transitado en la mitad de la cancha; parecía más un flipper que un partido de fútbol. Increíblemente, faltando diez minutos para ir al descanso Wanderers sacó un contragolpe al mejor estilo italiano que aprovechó Federico Laens con una muy buena definición. Pese a no haber hecho nada por abrir el marcador, los visitantes estaban en ventaja.
Esos diez minutos finales del primer tiempo fueron fatales. La longeva platea local comenzó a pedirle variantes al entrenador y a reclamar que los jugadores sientan más la camiseta, entre gritos irreproducibles. El que más debe de haber sentido esos gritos fue Luis Almada, ya que fue muy resistido el volante que ocupaba la posición del ídolo de la parcialidad, Carlos Macchi. En los primeros 15 del complemento los gritos ya eran otros: que siempre lo mismo, que vienen a Liverpool porque Palma les paga en fecha, etcétera. Hasta que llegó una pelota al área y en un entrevero Pezzolano la agarró de espaldas al arco y fue derribado por dos jugadores: tremendo penal. Emiliano Alfaro lo pateó bien y calmó un poco a esos veteranos que estaban quedando rojos. Tres minutos más tarde llegó la alegría de los negros de la cuchilla con el buen cabezazo del recién ingresado Michel Acosta. Los últimos 25 minutos fueron de control para el local, y poco cambió el ingreso de Carlos María Morales en la visita. Liverpool se afirma entre los de arriba. Si laburás en una famosa fábrica que hace polenta y jugolín, pedile un aumento al dueño.
Leonardo Bernini
lunes, 10 de noviembre de 2008
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