viernes, 26 de junio de 2009

Galván y vienen

Estudiantes pegó en casa por una diferencia mínima pero justa: la serie llegará abierta a Montevideo
Un mano a mano saldado con una reacción justa del arquero Muñoz, y dos pelotas quietas locatarias pegadas al final, afirmaron la sensación de que el 1 a 0 de Estudiantes ante Nacional, fue un negocio potable para el tricolor.

A los 13 minutos Galván se despeinó y conectó de cabeza un centro resultante de la inteligencia y precisión con la que juega Verón, y anotó el único gol de la primera semifinal. Fue mientras que pincha marcaba el primer pasaje de supremacía, con el que le alcanzó para mostrarse más incisivo que Nacional de construcción limitada.


Ciertos equilibrios posteriores dieron para pensar en un empate como final posible, pero el cierre mencionado transformó la diferencia en una conclusión bienvenida ante el capítulo montevideano pendiente.

Malditas diagonales
En el gol, un centro cruzado de Benítez encontró al anotar Galván entre la espalda de Victorino y la nariz de Matías Rodríguez. Si el que habilitó tuvo espacio y tiempo para mandar el envío en diagonal, fue porque Verón apuró un tiro libre con viveza y capacidad.


Nacional reaccionó con la lentitud de un madrugado y recién hizo pie un par de minutos después, sin poder evitar que Estudiantes aprovechara su mejor momento del primer tiempo para levantar el Estadio. Lo había empezado con una jugada de doble riesgo salvada por Muñoz a los 8 minutos. No llegó mucho más allá de los 15.


El vaso tricolor medio lleno reflejará la destrucción reiterada de OJ y Arismendi, que lentamente fue sacando al local de la cara de unos defensas que –durante la zafra pincharrata- nunca pudieron con los encares de Benítez y la presencia de Boselli. También la firmeza en la marca de Matías Rodríguez o algún intento del Flaco Fernández. El medio vacío, sin embargo, otra vez dejará ver las limitaciones en el manejo que volvieron predecibles las búsquedas de Medina y Biscayzacú. No puedo decir que el Grillo pasó frío porque no me consta que en La Plata lo haya habido, pero nuevamente se lo vio lejos del fútbol.


Medina repitió la pelea que garantiza y hasta forzó faltas en una línea final a veces torpe, entre el excesivo entusiasmo de la dupla Schiavi-Desábato. Lodeiro, sin desequilibrar, sacó el lápiz sólo un par de veces y cuando no perdió fue fauleado.


La impotencia eclipsó todo lo que Nacional jugó en campo rival durante la primera parte. Lo opuesto sucedió en el locatario, de peligro alto cada vez que el balón pasó el filtro del medio.

Sin desbordes
Verón dejó la cancha sentido y, con su salida, un hueco. A Estudiantes le costó más de 10 minutos volver a ser. La transición pareció ser el caldo de cultivo para el empate. A los 3 minutos del complemento, el Morro alimentó la sensación con un cabezazo de esos que sólo se pueden errar una vez. El equipo de Pelusso le jugaría otra ficha a la igualdad cuando el Grllo sacó un remate al cuerpo de Andújar poco más tarde.


El fútbol se enojó con el falta de la Brujita, y del entrevero que fue el complemento surgió la sensación final de un Estudiantes fortalecido, capaz de llevar el 1 del marcador a 1 y tres cuartos. Núñez ayudó con su ingreso y sus corridas zurdas. Nacional contestó con Matute, que jugando poco tiempo sigue demostrando que el banco de suplentes le queda chico: si con la camiseta no le pasara lo mismo, su nombre probablemente sonaría más seguido entre los once titulares.

Al final, Coates fue clave con una serie de quites que desbarataron el riego de 0-2. Aunque no tan importante como la atajada postrera de Muñoz, que adquirió valor de gol a favor. Nacional confirmó defectos y virtudes. Volvió a carecer de desborde, aunque su postura combativa también evitó que lo desbordaran.


Contra Palmeiras, la renguera se explicó porque el empate servía. Ayer, otro tanto con la visita. El miércoles que viene será en casa y por la victoria. La ida demostró que no hace falta mucho más. También, que con lo de ayer no alcanza.
Martín Rodríguez

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