2-1 para el mejor recuerdo del hincha negriazul
Lo de Liverpool fue una demostración de grandeza. Aunque tuvo diez hombres durante 70 minutos no se dejó avasallar y se plantó fiero ante uno de los equipos más temibles del medio. Rendimientos extravagantes de algunos de sus jugadores abrocharon una remontada formidable de un equipo que, pocas fechas atrás, figuraba octavo en la Anual y terminó en el cuarto puesto, sólo por diferencia de goles. Merecido premio, ganado en la cancha.
El arranque a 220 fue coherente con lo que había en juego. Ahogaba sólo el hecho de ver a los jugadores presionar, desmarcarse o relevar los espacios libres. River tomó la posta, colocó el juego en campo rival e intentó hacer lo que mejor sabe: tocar por debajo, rápido y con precisión. Muchas veces salió bien; otras tantas, no. Y las que no solían ser cerca del área, ahí donde Correa y Álvez pusieron todo para alejar a la jauría feroz de delanteros darseneros, que no daban tregua.
Vamos, PP
River saltó al complemento con el orgullo tocado por no poder doblegar a un equipo de diez hombres que incluso pudo haberle anotado. Pero Liverpool se aferró más al libreto que buenos dividendos le dio en la primera mitad y, con Pezzolano como letrista iluminado, consiguió mantener a tono al darsenero. Porque mientras Correa y los de atrás defendían, el Papa se las ingeniaba para arrastrar hasta tres o cuatro marcas, generando córners y faltas a discreción.
Y Liverpool tuvo el buen gesto de avisar porque a los 55 minutos Figueroa se perdió el gol cuando Dos Santos, con el pie, le ganó el mano-a-mano. Pero la jugada siguiente fue otra historia, con un sprint espectacular de Montero que surcó 50 metros de campo, pared mediante con Figueroa, para llegar al fondo y decirle a Pezzolano: “Hacelo, papá (o Papa)”.
Y ojo que River también siguió en la misma, tocando y tocando, con la diferencia de que Leandro Silva apareció con la lucidez que el equipo necesitó en ese trance del partido. Y con Giménez aportando lo que se le pide. Entonces pasaron ocho minutos de intentonas hasta que el gran Henry, de derecha, batió al infalible Castro.
Aunque lo evidente parecía el gol de River, que iba e iba, a los 74 minutos se vino todo abajo con el frentazo de Correa, que aprovechó la mala salida de Dos Santos en un córner para anotar el segundo y celebrar un final de película para este gran campeonato que hizo Liverpool.
Rodrigo Ubilla
domingo, 14 de junio de 2009
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