jueves, 18 de junio de 2009

Me río de La Plata

Nacional pone Fox y espera por Estudiantes y Defensor: eliminó a Palmeiras y clasificó a la semifinal de la Libertadores
A 20 años de que el Danubio de Ildo Maneiro protagonizara lo que hasta ayer fue la última clasificación de un equipo uruguayo en las semifinales de la Libertadores, Nacional rompió la racha y venció la barrera de los cuartos de final. Puso la serie en el freezer, jugó para conservar el cero que lo clasificaba. Dejó por el camino a Palmeiras en un partido desprolijo y sin goles. Ni bien se escuchó el pitazo final, su gente sacó a relucir el festejo contenido durante las dos décadas más de entre casa que recuerde el fútbol uruguayo. Entre la niebla de las nueve y pico, un Estadio casi colmado se levantó para celebrar la clasificación. O, dicho de otra manera, volvió a gritar aquel gol del Morro en la noche de San Pablo, el que empató el partido de ida y terminó siendo vital para que la serie se definiera por el ítem "goles de visitante".

Pelusso lo declaró al final, aunque el partido ya lo había dicho. Nacional jugó con el reglamento en la mano, se armó para hacer valer el contraste entre su empate con gol de visitante y la igualdad sin tantos que los brasileños se llevarían. Trabajó para hacerla crecer, le inyectó minutos que la fueron estirando hasta hacerla demasiado incómoda. Su rival se anotó la virtud de la tranquilidad pese a la eliminación que se le venía, y exhibió el defecto anunciado previamente de no tener los recursos ofensivos habituales en otros equipos brasileños.

Nacional lo aguantó con Arismendi redondeando otro partidazo. Matías Rodríguez repitió el nivel del último clásico pero como carrilero diestro. Coates fue el más grande en piso y azotea, pese a ser de los más chicos. El que mejor explotó el hueco que quedó entre la espalda de Rodríguez y la nariz de Victorino fue el colombiano Armero. Él solo desbordó más que todo Nacional, aunque sus compañeros generalmente perdieron en el embudo. Obina pudo zafar dos veces. Su ingreso delató la urgencia que empezó a ganarles a los paulistas en el complemento, porque suplantó a un zaguero para que el equipo quedara con tres atrás y adelante. A los 69’ se le fue a Coates y tiró bajo y afuera en jugada de mano a mano. A los 84’ paralizó 50.000 corazones con un cabezazo de frente al arco luego de escapada y centro de Ortigoza.

Los tricolores generaron su mejor chance cuando el Morro García perdió un mano a mano que pudo haber vuelto el final cursi, de tan feliz. Hubiera sido un premio exagerado para un equipo que cerró bien pero casi no obligó a su rival a tener que hacerlo. Pierre su multiplicó para cumplir con su anuncio de seguir a Lodeiro, que ayer jugó de enganche. Quizá eso explique el frío que pasó el Grillo, o la pelea que tuvieron que dar Medina y García para mantener cada pelota. Sin contar el casi del Morro, el riesgo generado por Nacional dependió de las ejecuciones directas de Domínguez. No así de sus centros, porque la defensa visitante ayer no goteó.

La Copa volverá a ponerlo a prueba. Entonces, Nacional demostrará si las limitaciones de ayer reflejaron una carencia permanente o, más bien, la consecuencia de una cuestión coyuntural. Esta noche, los mismos que se abrazaron para festejar la vuelta al G4 prenderán radios y teles con la comodidad del que espera rival. Por Estudiantes y Defensor aguardarán los que no habían nacido cuando la consagración del 88 y los que se pasaron 21 años esperándola de nuevo. Esos que todavía usan bigote al estilo Revelez.
Martín Rodríguez

No hay comentarios: