Danubio confirmó sus aspiraciones con una igualdad hazañosa
Por la actitud con la que remó cuando lo tenían contra las cuerdas y por lo que jugó un rival al que le remontó dos goles pese a tener diez jugadores, Danubio demostró que quiere y que tiene con qué. Liverpool lo superó durante gran parte del emotivo sábado de Belvedere, pero un arrebato de furia franjeada sacó un punto de la Cuchilla. Los de Lasarte dejaron la cancha fortalecidos pero con incertidumbre, porque con el 2-2 su liderazgo quedó atado a un eventual traspié tricolor en el clásico de ayer. Cuando en los descuentos García desafió la física metiendo la pelota en el arco negriazul después de mil rebotes y en medio de un mar de piernas, ningún danubiano tuvo en cuenta la ecuación sinoganoNacionalmepasa. Los padecimientos de la hora y media anterior justificaban festejar como si el gol fuera el del campeonato, por más que no alcanzara para esquivar la dependencia clásica. Todavía estaba fresca la imagen de Conde tapándole un remate de gol a Tejera. Ni qué hablar de la vaselina que el propio Marcelo dejó en el techo del arco cuando pudo haber resuelto jugada y partido, con un gol que los de la Curva hubieran sufrido como si fuera ante el mismísimo Defensor. Lo mismo con la expulsión de Pérez, excesivamente castigado con una roja directa que dejó a Danubio con diez jugadores. Ese festejo fuerte llegó con bronca incluida. La tribuna reaccionó con la cuota de rebeldía que el equipo puso sobre la cancha para empardar un trámite generalmente desfavorable, resultante de la supremacía que Liverpool estableció desde el comienzo. Danubio jugó como una hora atado por el medio y la defensa negriazules. Con Macchi a la cabeza, varios destructores locatarios rindieron por encima de los cinco puntos y -en algunos casos- tuvieron resto como para pedir el casco y construir. Los de Lasarte quedaron atrapados en la telaraña del toque paciente que plasma el Liverpool de Favaro. Ése que alterna la búsqueda lateral con las puñaladas concentradas en la habilidad de Alfaro, que otra vez desequilibró en cada encare. Pezzolano repitió su juego habilitador y pareció entenderse bien con Varela, la carta que jugó el técnico tras mandar al mazo a Sánchez, que el sábado fue suplente. El partido se recibió de partidazo al recibir las variantes. Pese a tener en la cuenta los goles de Aranda y Alfaro, Favaro hizo cambios que renovaron el ataque y obligaron a Conde. Lasarte le puso orden al medio cuando Delgado se paró como volante central y con sus lanzamientos economizó piernas en cada ataque. Pero -como ante Bella Vista- recién alcanzó la agresividad ideal cuando Scorza empezó a romperla por la derecha. El grito final demoró porque el arquero Castro se reafirmó como una de las revelaciones del torneo, con una sucesión de atajadas coleccionables. Los diarios del domingo hablaron de que Danubio quiere. Pero sólo los del lunes dirán si puede. Como a la diaria los fines de semana le gusta dormir, pregunta y respuesta van juntas en el mismo número. Así que para contestarle al título de hoy, viche la contratapa y actualice su tabla de posiciones.
Martín Rodríguez
domingo, 14 de diciembre de 2008
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