lunes, 27 de julio de 2009

En la bajada del volcán

Sebastián Balsas - El goleador de Racing dialogó con el Depor luego de la gran victoria ante Cerro


Con dos goles del almirante Balsas, Racing derrotó 3-1 a Cerro y es favorito
El Cerro está que explota. Sayago es un chisporroteo constante como esas metralletas quisquillosas que se retro alimentan. Hay pólvora por todos lados y humedad emocionada en cientos de miradas.

En las entrañas del Cerro burbujea un caldo caliente capaz de levantar la tapa de la olla hasta el cielo infinito.

Ganaba bien el equipo de Acevedo 1 a 0 y en la rueda mágica del mariscal Nasazzi, cuando la banda albiceleste calentaba gargantas apareció Sebastián Balsas, el potente goleador de la vieja academia y anotó con definición fina el empate a uno.

Después pasó lo que pasó. En cuatro minutos Racing dio vuelta todo. Y la sorpresa fue cayendo en cascada por las laderas del volcán, en una bajada fiera que enloqueció a los patitos que en fila saltaban en la tribuna.

Cerro jugó bien el primer tiempo, Racing jugó mucho mejor el segundo. Fue como una ilusión óptica. Un fogonazo raro. La globa pasó cortando el aire rumbo al área de la Academia y en el borbollón caliente saltó Pellejero a meterle la cabeza.

La gritería del gol reventó con energía igual que una bombarda y atravesó los tejidos con eco de rugido colectivo en la mañana gris de todo el Cerro. Está claro que no faltó la clásica arenga, esa marca registrada : "¡Cerro-Cerro!".

Pero el armenio Boghossián fue quien terminó concretando el 1 a 0 cuando la guinda caprichosa le rebotó en la espalda. ¿Acaso los goleadores no la meten de cualquier manera? Aunque el árbitro escribió en los formularios que el gol lo metió el batallador Pellejero de cabeza.

El primer tiempo fue bien intenso, sin tregua, muy parejo, casi furioso. La pasión ardió en todas las gargantas. Mucho cigarro, mate helado, y bullanga sincronizada. En la cancha crepitan los leñazos. El ambiente se espesa igual que una olorosa cocoa invernal.

Hay un reparto de tarjetas amarillas que el juez anota con seriedad.

Cerro atrinchera líneas, meten un camión de piernas en zona media, corta juego y elabora a partir de Matías Cabrera y los firuletes mágicos del Piojo Pérez. Arriba, el ropero armenio Boghossián batalla en la cancha de la azotea.

Racing en los últimos quince empezó a meterle brasas a su fútbol ofensivo buscando el empate. Para el segundo tiempo, Cerro salió a liquidar todo. Sin embargo fue al revés. Así es el fútbol, así es la vida. Racing convirtió dos goles en cuatro minutos y nadie entendía nada.

A los diez minutos, el almirante Balsas remando como un descosido encajó una definición exacta al recibir un pase maestro del tucumano Hernández que jugó un excelente partido y convirtió, cuatro minutos más tarde. El volante argentino peinó el esférico en el primer caño y la ovación atronó en los rincones de todo Sayago.

Fue el 2 a 1 en remontada feroz. Enseguida Scotti casi mete el tercero pero Rolero - que lo tuvieron a los revolcones - en gran atajada mandó una guinda que quemaba al córner.

A los 24 llegó un centro, se produjo una sucesión de rebotes, y apareció el corpulento Balsas con el salvavidas inflado y colocó el tercero. El techo gris quedó pintado con alucinogenas rayas verdes y blancas mientras un surtido de codazos por un lado e insultos por otro iban marcando el camino del tiempo que no para.

Ahí se cayó la estantería, se desparramó la harina y los ravioles, se salió de la lógica el pan prolijamente cortado o la armonía del espiritoso vasito de vino tinto. En el aire reventó el alarido del gol y un bufido seco de bronca.

La atmósfera se cargó de presión constante en ebullición de sueños y almas, hermanadas en la gloria inmensa de camisetas heroicas de barrios laburantes. Mientras la escuadra albiceleste tuvo en posesión el balón logró controlar el fútbol.

Racing apuró las naves, ordenó su juego y pegó en las redes sin piedad ninguna. Metió uno, el empate, Cerro se descontroló y llegó el 2-1 y absorbió el tercero a pesar del aliento de la hinchada que arrancó para el oeste de la ciudad, entre gorras y bufandas, con la pesada mochila de la derrota.

Aún no está todo dicho. Entre semana sigue la historia. Se renueva el guión. El objetivo de la pelea por el título del torneo se mantiene. Quieren copas y prenden los fuegos para meterle combustible a la locomotora de la liguilla.

A Cerro se le escurrió una chance que en los papeles previos parecía o era, naturalmente imperdible. Racing, la sensación del año, sumó ilusión y esperanza de jugar internacionalmente.

El elenco del ingeniero Verzeri tiene estructura de equipo y talentos individuales con presente y futuro bien puntual. Por eso, la tremenda victoria de ayer late como nunca en el alma de Sayago.
Marcelo Tasistro

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