jueves, 2 de julio de 2009

Era final, fue fin

Estudiantes eliminó a Nacional y jugará la final de la Libertadores
Nacional pasó de lo uno a lo otro, de la posibilidad de definir la Copa Libertadores a quedar eliminado en la penúltima instancia. Entre los dos extremos, un par de problemas sellaron su suerte. Uno fue estructural, vinculado a las carencias de generación de fútbol que el equipo repitió mientras tuvo la serie a la mano. El restante, individual: Coates, que se venía comiendo la cancha, sufrió una fatalidad en la puerta del área que permitió el parcial 1 a 0 de la visita cuando comenzaba el segundo tiempo. Aquel reglamento que tanto benefició al equipo ante Palmeiras, esta vez le mostró su peor cara. Para clasificar, el tricolor debía hacer tres goles en poco más de media hora y no recibir ninguno más. Y si bien buscó la utopía con decoro y estiró la incertidumbre casi hasta el cierre, Estudiantes aprovechó espacios previsibles y maquilló el resultado con el 2 a 1 que selló su vuelta a la pelea por el trofeo que no gana desde el ‘70.

Salvo durante un lapso de algo menos de diez minutos, en el primer tiempo los dirigidos por Pelusso no consiguieron ejercer la presión esperada sobre el Estudiantes que llegó a Montevideo con ventaja en la serie. El Centenario, pintado con los colores de Nacional, fue perdiendo efervescencia mientras se repetían envíos anunciados que prácticamente no le trasladaron riesgo al seguro Andújar. Los tricolores no consiguieron mejorar en la elaboración pese a los cambios de Pelusso, porque Matute cumplió pero no desequilibró y Mondaini no pudo aportar la cuota de desborde que al equipo sigue faltándole. Medina peleó muy solo. Un toque suyo que desvió un remate de Arismendi a los 26’ fue lo más parecido a un remate al arco pincharrata. Paradójicamente, entonces todavía no había llegado el mejor pasaje del Nacional del primer período. Fue pasada la media hora. Tuvo quites de Victorino, salidas elegantes de Coates, clara imposición de la dupla OJ-Arismendi en la áspera pelea del medio, pero casi ningún remate al arco. Fue una zafra desaprovechada.

Salvo durante el pasaje citado, Estudiantes la llevó tranquilo. Desábato y Schiavi generalmente ganaron en la azotea e, incluso, la Gata Fernández y Boselli anunciaron cuán peligrosos podían ser al llegar con balón dominado a la última zona tricolor. Los platenses pasaron de los anuncios a los hechos tras la fatalidad de Coates. Iban 7’ del complemento. El zaguero demoró en hacer pie tras una salida corta de Muñoz y, cuando reaccionó, perdió el tranque con un oportuno Fernández. Luego de recibir el pase de su compañero, Boselli metió la pelota en el arco y un balde de agua fría en la cabeza de cada uno de los 55.000 bolsos que llenaron las tribunas.

Nacional acusó el golpe, jugó más de diez minutos con la mente nublada. Estudiantes metió miedo en cada contragolpe, porque el local no tuvo otra que desvestirse. Lodeiro, parecido a su mejor versión desde que ingresó por Matute al comenzar el complemento, terminó siendo el lanzador de una triple punta: el Morro García se sumó a Medina y Mondaini. Fueron tiempos carrasquistas, Domínguez salío tras una noche floja y el sistema mutó a 3-3-1-3. Con el Flaco Fernández por Matías Rodríguez, la presencia ofensiva redobló y el equipo consiguió el empate y arañó un 2 a 1 cuya presencia se insinuó hasta que Boselli terminó con todo. Recibió una habilitación de Salgueiro, un jugador ideal para aprovechar los metros regalados.

El Centenario eligió la postura del Nacional combativo del final por sobre el planteo de lo que pudo haberse hecho temprano y terminó haciéndose apurado y tarde. Lo despidió cantando. Valoró lo conseguido tras 21 años. También comprobó que fin y final a veces son sinónimos y, otras, no.
Martín Rodríguez

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