jueves, 16 de julio de 2009

Latidos de campeón

Rodrigo Muñoz - El golero figura de Nacional en las finales habló con el Depor el pasado sábado 18 de julio


En el quinto partido Nacional logró vencer 2-1 a Defensor y es el campeón uruguayo tras ganar las dos finales
La magia eterna atravesó la noche igual que un rayo de colores. Fue el sueño cumplido del campeón que dio por terminada la singular historia de las finales. La euforia subió enroscada por el aire, calentando las gargantas a pesar de un terrible frío, para dar paso a los latidos colectivos de una pasión interminable. Todas las almas, todos los ojos, los brazos arriba, los corazones en fila. La lluvia de papelitos se disparó como una bombarda casi azulada por la neblina helada que bañó a los protagonistas subidos al estrado.

Entre el apurado reparto de medallas y la entrega de la copa mayor del fútbol uruguayo, bien brillante, sumamente lustrada -que fue y vino en noches calladas- hasta que el Negro Ojota la levantó al cielo oscuro y el zumbido atronó por todos los costados. Hay campeón uruguayo. Después de cinco agotadoras finales llegó el humo blanco y la escuadra del floridense Gerardo Pelusso se quedó con los laureles victoriosos.

Estaban 1-1 y Defensor apeló a todo lo que tenía para pasar arriba en el marcador y forzar un tercer partido. El empate igual coronaba a Nacional como legítimo campeón. Faltaban apenas seis minutos para el tiempo final reglamentario. Antes, avisó el Morro con un bombazo sin suerte. Pero de inmediato el Morro punteó la guinda para un costado, habilitando la carrera frontal de Lodeiro. Al filo de las diez de la noche, el sanducero quebró hacia adentro y alcanzó a definir con la pierna derecha y el 2-1 reventó en el aire. Nacional se consagró campeón uruguayo luego de disputar cinco agotadores partidos con el aguerrido Defensor Sporting.

El primer tiempo fue intenso. Nacional inclinó la cancha desde el comienzo y desde los 8 minutos de juego rondó el arco violeta. La primera chance la tuvo el Morro, a la carrera, tocando la guinda contra un caño. Un minuto después, el dinámico Díaz tiró un centro que salió envenenado y casi se cuela para adentro ante el manotazo del golero Muñoz.

A los 25 cayó el esférico en el trampero. El Grillo metió un disparo que cortó Curbelo al córner y, en la siguiente acción, llegó el zaguero Victorino al borde del área chica para conectar el cabezazo con el 1-0 parcial. El arquero quedó colgado del aire y Victorino mandó la bola hasta los piolines. Enseguida Defensor elaboró una jugada de gol cuando Viruta Vera pegó un chanfle a media altura y el arquero Muñoz, en zambullida, restó el útil hacia un costado.

El 1-0 le imprimió un agite fervoroso a la hinchada tricolor ante la solidez del equipo de Pelusso. A los 35, tras un taco de Lodeiro que dejó de frente al arco al Flaco Fernández. Al final de la primera parte, un balazo del Grillo luego de una habilitación de Lodeiro también tembló en las gargantas.

Sin el pan y sin las tortas
En el complemento Defensor salió a empujar, a quemar las naves, a todo o nada. Al filo de los 15 escapó De Souza y metió un tiro rastrero que rechazó el golero albo, le entró Nasa a la globa, que rebotó en Romero, y apareció el Chino Navarro para empatar el cotejo.

El 1-1 subió el voltaje. Hubo una mediadora de juego que, a pesar de la presión violeta, Nacional controló las acciones, sumó piernas, se concentró en el resultado y logró llevar más peligro sobre la valla violeta. Las opciones de gol se sucedieron en jugadas protagonizadas por el Morro y Matute. Casi sobre los 40 de esfuerzos, el Morro tocó el esférico sutilmente para el encare del habilidoso Lodeiro, que quebró el cuerpo hacia adentro y terminó definiendo con pierna derecha para convertir el definitivo 2-1.

Ahí estalló el aliento tricolor, sin pausa. Más tarde se desparramó con bocinazos por la noche de decenas de ciudades y las bengalas rojas señalaron el camino de este Nacional que nunca se dio por vencido y terminó gritando el título después de un año raro y complejo.

Señores, Nacional es el campeón uruguayo. Saludos a todos.
Marcelo Tasistro

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