lunes, 9 de noviembre de 2009

Liverpunk

En dos minutos liquidó el asunto
El equipo de Favaro sigue rebelándose contra los pronósticos del establishment, que priorizan la chance de otros clubes a la hora de pensar en un campeón para el Apertura. Jugando buen fútbol masticó el partido con solvencia, y justo en el mejor momento del rival apuntó los dos goles con que ratificó su condición de líder del torneo.

No hubo demasiado titubeo de ninguno de los dos. Tanto Liverpool salió a atacar como Cerro a esperar, y así transcurrieron casi todos los 66 minutos de fútbol competitivo. Por allí cambiaron golpe por golpe bien al comienzo, cuando Álvez, el de Cerro, pudo desprenderse un par de veces de la asfixiante marca de Álvez, el negriazul. Pero desde el cuarto de hora en adelante los roles quedaron bien definidos.

Alfaro demostró desde temprano por qué pasa por su gran momento. Encarador, dinámico y tozudo empujó al equipo hacia adelante, pero más importante, inquietó a toda la defensa del rival. Y además, de a poco su gran compinche vuelve al nivel con que irrumpió en selecciones juveniles, con el que llegó a tentar a equipos de la vieja Europa. Favaro ha conseguido recuperar a Figueroa, que luce optimista y muy fino con su zurda. Por cierto, que la base es aquella que formó desde 2008, con la consolidación de promisorios juveniles (Alfaro, Rodales, Montero, Santucho) e incorporaciones inteligentes que aportan talento y madurez (Riquero, Medina, Figueredo, y antes, Patritti).

Una realidad completamente opuesta vive Cerro, que perdió la base exitosísima que coronó con título liguillero la temporada anterior. Hoy lucha por acomodarse con nuevos jugadores y directivas técnicas, y por eso quizá su gente le canta a la copa, a ésa que lo verá como protagonista recién en 2010. Porque la coyuntura hoy es compleja y algo incierta: es un buen equipo, pero todavía no encontró la forma de erigirse como protagonista de los partidos. Es así que transcurrió todo el primer tiempo, con Liverpool, agresivo, encerrando al rival y obligándolo a hacer muchas faltas cerca del área. Eso lo trabajó muy bien Cerro, porque sus jugadores ganaron en el juego aéreo, y con Alfaro todavía controlado por Melo, no hubo lugar para sorpresas. Incluso logró emparejar en buena medida la historia para la segunda mitad. En esos primeros minutos, entre Álvez y Soto generaron algunos huecos bien surtidos por Trujillo, que acertó con varios pases profundos. Quienes allí fallaron y varias veces fueron tanto los de Liverpool como el 2º asistente: unos porque tiraban tarde “el achique”, y el otro porque cobró unos cuantos offsides polémicos.

Hey, Ho, let’s gol
Entonces el estadio fue termómetro de la situación: los revoltosos de Cerro se animaron a cantar y meterle más ganas al partido, mientras un fastidioso murmullo iba ganando la tribuna local. Codéandose, los hinchas se daban púa porque el partido se ponía crudo y desde el sábado Nacional era primero, solo. Pero sobre el minuto 64 Medina se mandó por el callejón zurdo que lleva su nombre, y en lugar de buscar la línea de fondo, levantó el mentón y cruzó un exacto cambio de frente para Sánchez, que apareció muy solo entrando por derecha. El zapatazo a quemarropa del Pato no pudo ser despejado por Rolero y el grito de gol pareció más bien a un “¡gracias a dios!”.

No hubo respiro, y como en un intenso pogo ramonero, dos minutos le bastaron a la banda de Liverpool para cerrar el partido, y dando espectáculo: desde el pase fenomenal de Figueroa para Alfaro, pasando por el sombrero que éste le puso a Melo, hasta la definición con volea de aire. Postulación urgente para el ranking de la semana. Más de veinte minutos por jugar que varios aprovecharon para poder retomar la charla que quedó pendiente del entretiempo, mientras Cerro entregaba alma y vida para conseguir el descuento. Una y otra vez rebotaron con la línea final y la única clara de gol fue cuando Lombardi habilitó a Apólito, que definió a los pies de Castro. El consuelo cerrense pasó por evitar la goleada, porque Rolero le atajó un penal a Medina cuando el cronómetro del Nokia 1100 marcó el minuto 90.
Rodrigo Ubilla

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