Defensor vuela: derrotó a River, lidera el Clausura y la Anual y puede hacer lo mismo en la Libertadores.
Fueron y vinieron, desafiando al rival, los truenos, los relámpagos y la lluvia. Fueron Defensor y River, que por mucho ir no pudo evitar volverse al Prado con las manos vacías. Los violetas demostraron mayor potencial hasta llevárselo de atrás por 3 a 2. Y Carrasco más tino para acomodar al equipo de entrada que sobre la marcha, porque algunas de sus decisiones le alivianaron la tarde al ganador de un partido vibrante, que nos regaló la paradoja de empezar 23’ tarde pese a tener como árbitro a un tal Prudente: cuando eran las cinco en punto, Líber subrayó su apellido y prefirió esperar hasta que se disipara una fuerte tormenta eléctrica para dar el pitazo inicial.
El arranque se ensañó con los defensores izquierdos, víctimas de dos ataques más diestros que el mismísimo Pedro. Defensor le amargó la tarde a Sosa, el stopper zurdo de la línea de tres rival. Marchant y Vila trabajaron para eso y, no conformes con complicar al zaguero, metieron en el baile a Prieto, el volante izquierdo que tuvo que remangarse varias veces para apoyar a su compañero. Del otro lado, la misma canción. Zambrana -que comenzó jugando como delantero derecho, en una acertada movida del DT- practicó danza con el lateral violeta Cabrera, alimentado por el buen juego de Leandro Silva.
River agarró esa calle para pegar a los 15’, pero Defensor contestó por la otra y pegó a los 30’. No la pegó Dos Santos. El arquero darsenero salió mal tras un centro y fue responsable del segundo tanto tuerto. Su colega Silva, sobre el cierre del primer período, anotó una atajada pesada como el mejor de los goles. Se quedó con un penal de Giménez y cambió entretiempo caliente por descanso confiado.
Se notó a la vuelta. El complemento fue bien violeta. Carrasco dio una mano con su primera variante. Puso al delantero Ortiz por el interesante enganche Silva y sacó a Zambrana de la banda derecha del ataque, para hacerlo jugar de enlace. Fue el mejor favor que pudo hacerle a Cabrera. Siguió en ésa hasta el final, probando fórmulas que nunca rindieron como la original. Mientras su rival coqueteaba con la goleada en cada contragolpe, su equipo no sabía qué era el arco rival.
El descuento de Concenção apretó el desenlace y obligó a los hinchas violetas a volver a pedir la hora. Porque ya lo habían hecho pero al revés, cuando reclamaron a gritos que empezara el partido mientras se mojaban esperando que Prudente se dejara de embromar con eso de que pasara la tormenta eléctrica.
Martín Rodríguez
lunes, 16 de marzo de 2009
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