Fue un pico de rompe y raje: Racing y Peñarol no se dieron tregua ni posibilidades de conversión.
Peñarol quedó en la punta del Torneo Clausura junto a Defensor Sporting, luego de igualar sin goles un intensísimo pico de 44 minutos jugado anoche ante Racing, con conformidad de éste porque se ubicó cuarto, a dos puntos de los punteros e invicto. Festejaron Cerro, que quedó tercero, y Nacional, que en puntos perdidos también está en el primer lugar.
P>La lucha del medio partido de anoche -había que jugar 44 minutos- comenzó mucho antes del pitazo inicial de Siegler. Juan Verzeri y Julio Ribas tomaron determinaciones que en algunos casos fueron opuestas.
El DT de Racing decidió excluir del medio partido a los dos jugadores que habían recibido tarjeta amarilla en la primera parte del partido, el 1° de marzo: al volante Ostolaza y al hábil media punta argentino Pablo Hernández. En tanto él sabía que el encuentro iba a ser muy friccionado, con marcas al límite de lo que indica el reglamento -y todo fue de esa manera-, pensó que esos jugadores quedarían muy expuestos a una posible expulsión.
Julio Ribas, en cambio, tomó otra decisión: dejar en cancha a los observados Alcoba, Bajter y De los Santos. Según explicó después de finalizar el pico, priorizó mantener la formación base para seguir la línea de mejorar el funcionamiento del equipo. Corrió el riesgo.
Ante ello Verzeri planeó dos cosas. Por un lado, hacerle marca personal a Antonio Pacheco, tarea que encargó a Vega, quien la realizó con pleno éxito y logró perturbar al Tony, sin que Ribas buscara una alternativa. Cuando a Vega el árbitro le sacó tarjeta amarilla fue sustituido por Melián, quien desde los 26 minutos tomó la bandera de la persecución de Pacheco, en un partido aparte. Además, el DT racinguista ordenó priorizar el ataque sobre el flanco derecho de la defensa aurinegra, donde había más jugadores con amarilla. Ese intento que llevó a romper el esquema habitual de Racing, el 4-2-3-1, no tuvo éxito. Los ataques fueron mayormente lanzados por el lado derecho, vía Blanes, con apoyo del botija de 37 años Darío Larrosa, e incluso Balsas cuando se tiraba atrás.
El vértigo del partido rompió toda posibilidad de juego prolijo, de armar jugadas para llegar a instancias de definición en las áreas. La marcación a ultranza rompió todos los intentos. Se jugó a mil por hora. No hubo jugadas de gol claras.
Fue un partido sin después. Se jugaba ahora y con toda la energía. Las aproximaciones por los centros encontraron defensas agrupadas, firmes y decididas. Existieron pocas excepciones de tiros o casi tiros al arco, al caso un buen disparo de Bueno, a los 28', que sacó con las piernas el Loco Contreras, o el viandazo de Falucho Silva, dentro del área, donde le erró a la pelota cuando tenía muchas posibilidades de darle al arco y fuerte.
Después entraron delanteros o casi delanteros -dos racinguistas y uno aurinegro- sin mucha justificación. El juego superfriccionado mataba todo.
El lunes 2, en la diaria, se terminaba el comentario de la primera parte de este partido con la pregunta con respuesta sugerida de "¿se abrirá el tanteador?". La previsión -más explicada en el saldito publicado el martes 3- era que se jugaría un pico que funcionaría como otro primer tiempo y entonces saldría un partido cerrado (a la uruguaya, además, a cal y canto) ya que no habría esa apertura que da el cansancio, o los cambios, o las expulsiones, o los movimientos en el tanteador, o las diversas alternativas que, generalmente, llegan o se aumentan en los segundos tiempos.
Al final, los dos quedaron más o menos conformes. Peñarol pasó a ser colíder y Racing quedó cerquita habiéndose sacado de arriba a un rival teóricamente fuerte cuando tiene al otro, a Nacional, a pocas horas, ya que lo enfrentará el sábado.
Hay un saldo a favor de Racing: sigue un camino bien transitado, cuando quiere y puede sabe jugar y sabe sacar buenos resultados. En Peñarol eso todavía no se ha demostrado: no se ven evoluciones positivas, de atrás se pega fuerte y para adelante, en el medio no se arma juego y adelante llegan pocos sin que existan aperturas de juego establecidas. Cuando, además, le obstruyen a Pacheco y el técnico no lo hace acompañar por otros que sintonicen la misma onda, todo empeora, como pasó anoche en ese partido aparte que definió el partido con un empate nada a nada
Jorge Burgell
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