lunes, 9 de marzo de 2009

Defiende la corona

Biguá lustró la chapa y clasificó por tercera vez consecutiva a la final que comenzará a jugar mañana ante Sporting
La serie semifinal, en particular el quinto partido entre Biguá y Atenas, quedará en el recuerdo por el nivel de excelencia dentro del rectángulo, por todo lo que pasó fuera de él y por la emoción máxima del encuentro. Mañana ya se empiezan a jugar las finales entre el pato y Defensor Sporting. Se auguran juegos de calidad y emoción.
El partido fue sensacional y sin duda quedará en el registro de todos los presentes y de quienes lo siguieron por televisión. Ni hablar de los protagonistas. El nivel del juego fue brillante y el final le dio el toque perfecto, ya que la manera como ganó Biguá fue deportivamente extraordinaria. Atenas tuvo todo para quedarse con el partido y, en consecuencia, con la serie, pero con un brillante juego de Leandro García Morales y una mano sobresaliente de Martín Osimani, los de Villa Biarritz forzaron un alargue en el quinto partido de la mejor serie de play off de la Liga. Fue una final disfrazada de semifinal, que por suerte nos permite saber que desde mañana tendremos más del altísimo nivel basquetbolístico en nuestro medio, cuando empiece la serie final en busca de un campeón.
Hubo un marco de público acorde a lo que se jugaba: un lleno cómodo de las tribunas laterales, muchísimo color y una expectativa enorme por todo lo que habían demostrado los equipos en los cuatro partidos anteriores. La diferencia entre los conjuntos (e instituciones) y todo su entorno sumaron muchísimo para crear un ambiente bárbaro.
El partido fue cambiante. Empezó el pato pisando a su rival y sacando buenas ventajas. Después Atenas reaccionó y lo dio vuelta, empezó a manejar el juego, a jugar más cómodo y a encontrar en Rice un goleo de Play Station. El norteamericano, que sería la figura de la noche ateniense, mostró toda su clase en el segundo cuarto, cuando sacó la mira y todas las pelotas que pasaban por sus manos se convertían en puntos para el tanteador visitante. Rice hizo seis triples consecutivos (¡iba 6 de 8!) y, apoyado por un excelente Panchi que lo habilitaba perfectamente, comenzó a sumar para que Atenas se fuera al descanso largo con doce puntos de ventaja gracias a una jugada con el sello del Bicho Silveira. En ese segundo cuarto Biguá había buscado mil formas para contener a su rival, pero cuando conseguía acortar ventajas aparecían las bombas atenienses.
La vuelta desde los vestuarios marcó la remontada del equipo campeón sudamericano. De la mano de un juego brillante de García Morales y Kevin Young, respaldado por una cerebral lectura de juego del Oso, logró ir restando puntito tras puntito. Los del Che García jugaban para el 10, que respondía con una noche soñada. Todos los ataques debían pasar por el jugador de la selección nacional, que con triples y muchísima clase sacaban del pozo a Biguá. Atenas ya no era el mismo y perdía en sus rebotes defensivos porque Young pesaba muchísimo en la tabla ajena. Rice seguía siendo el mayor aporte en puntos, pero en la mitad del tercer chico Biguá ya había emparejado el juego.
No hubo jugadores que no estuvieran al nivel del partido, todos se destacaron en distintos rubros. Quien apareció con mucha fuerza goleadora en el último cuarto fue Diego Pereyra, que con triples tomó el manejo de la base, dado que Gustavo Panchi Barrera tenía cuatro faltas y salió un rato.
Llegaba el cierre parejo, pero Atenas inclinaba a su favor el partido y todo pintaba para llevárselo y dar una gran sorpresa en la Liga. El Panchi jugaba bárbaro. Demostró su máximo nivel, jugó con una creatividad genial y fue quien se encargó de mantener a Atenas arriba. Sobre el cierre hizo una penetración de espaldas en posición horizontal que parecía ponerle sello al partido, no sólo porque sacaba tres puntos y quedaban doce segundos, sino por la forma como lo hizo. Antes de este ataque realizado por el mercedario los de Palermo habían administrado ventajas y Biguá no podía acercarse. Un triple de García Morales dejó a los azules a sólo un punto. Fue tan importante como la milagrosa mano del Oso un segundo antes de que sonara la chicharra sellando el empate que los llevó al alargue.
En el tiempo suplementario el envión anímico pesó mucho y se notó, tanto en las tribunas como en el mismo banco de suplentes. Leandro siguió siendo insoportable por la defensa ateniense, y a eso se le sumó una lesión en la muñeca derecha del yanqui Rice (al parecer, un dolor insoportable). El magnífico jugador finalizó con 43 puntos, una marca que refleja lo que fue durante toda la temporada, más aun en esta serie.
Biguá clasificó a la final por tercera vez, igual que en 2007 y 2008. Esta temporada será inolvidable para los de Villa Biarritz no sólo por los logros conseguidos, y aunque no sea el campeón, pero la forma como llegó a esta instancia quedará marcada a fuego, desde aquella remontada en cuartos ante Tabaré hasta esta serie que dio vuelta y cerró con un nuevo final mágico.

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