El escorado Peñarol de Saralegui volvió a decepcionar: esta vez lo frenó Central
La percusión de la barra de aliento no da respiro en el Centenario pero el tipo de fútbol que practica el equipo aurinegro en la cancha no entusiasma. La propuesta futbolística de Saralegui, si es que existe, no plasma, no se entiende o directamente no gusta. Central hizo méritos para dejar inmodificado el 0 a 0.
P>Peñarol llegó a su noveno punto perdido en cancha en los ocho partidos jugados en el Apertura 2008. Y sólo ganó cuatro partidos por lo cual le resulta muy difícil remontar las tres unidades de sanción que arrastró de la temporada pasada. En definitiva, en tabla de posiciones, suma exactamente el 50 por ciento de los puntos disputados, 12 de 24.
No es difícil comprobar que el déficit estadístico es consecuencia de las pobres exhibiciones -registradas incluso cuando ha ganado- que realiza en cancha. Su juego no luce, no entusiasma, no es efectivo, definitivamente aburre.
No hay proporción entre lo invertido en jugadores solicitados por el DT y los rendimientos logrados. Es difícil definir cuál es la propuesta futbolística de Peñarol en cada partido, desde que Mario Saralegui manda. El equipo no juega bien. La presión que reciben los futbolistas parece hacerlos jugar en tensión, como crispados y por lo tanto agarrotados e inhábiles.
Hay jornadas en donde la calidad individual de algunos jugadores surge o el empuje anímico que llega desde adentro y desde la tribuna se impone y se ganan partidos. Aún en esos casos la demostración técnico-táctica falla.
Eso -ganar sin juego que respalde- pudo pasar el sábado, en tanto, en el segundo tiempo la cancha quedó en leve plano inclinado hacia el arco del golero palermitano Seba Sosa. Ahí Peñarol pudo ganar en el centro de la izquierda que mandó Pacheco para que Bueno cabeceara y dejara la pelota en el techo del arco o en el pase cruzado de Richard Núñez de derecha a izquierda que Alcoba casi conecta al gol en el palo opuesto o en las dos chances que tuvo Franco, la de un cabezazo que terminó en las manos de Sosa o en un tiro fuerte que dio en la parte lateral de la red luego de superar la tirada a los pies del golero. En alguna de esas oportunidades pudo lograrse el gol ganador para que los resultadistas de la nada nos repitieran la tontería de que “ganar es lo principal” sin explicarnos como se recorre ese hermoso camino.
El primer tiempo fue suprimible en tanto no ofreció gratificación alguna. Saralegui mandó realizar una apurada entrada en calor a Richard Núñez a los 27 minutos y entró a la cancha siete minutos después. El cambio da para comentarlo en tanto no era el brasileño Nasa el indicado para ser sustituido. Varios jugadores tenían peor rendimiento que él.
También es reprochable –por lo mostrado- la entrada de un Fernando Correa que ya no es, ni cerca, el Petete desequilibrante de otra épocas. Y la tercera modificación -lateral por lateral, Asconeguy por Aguirregaray- repitió un cambio poco productivo de etapas anteriores, ya que en el armazón general ambos rinden de manera similar en ese puesto
El 0 a 0 persistió para alegría de Luis Garisto, técnico solamente cuestionado por su propia dirigencia (¡paradoja!) que demoró menos de un minuto para hacer entrar a Yari Silvera a efectos de controlar las posibles idas al ataque de Asconeguy y aportar sus propios incursiones por el andarivel izquierdo.
Para ampliar el elogio que se ganó Central hay que decir que el plan defensivo estuvo bien planeado y llevado a cabo con alta eficiencia por los defensores de la zona central, los zagueros Semperena y Gutiérrez más los volantes Usucar, Firpo y Francisco Silva, este último hasta que Gerardo Alcoba lo sacó de la cancha mediante un estridente patadón. Y también cabe decir que, por momentos, este Central que está disputando posiciones de descenso, movió mejor la pelota que Peñarol con la primera batuta de Walter Coelho (la presencia del extricolor le puso algo de morbo al partido en tanto los hinchas aurinegros le recordaron bobamente su procedencia).
Si para Central el partido dejó como positivo la suma de un punto y un aceptable rendimiento, en Peñarol la mezcla del pobre rendimiento del equipo más la suma de números y letras electorales que marchan hacia el acto del 30 de noviembre pueden crear un peligroso ambiente semiexplosivo ya expuesto en declaraciones y contradeclaraciones de tono agresivo.
Jorge Burgell
domingo, 26 de octubre de 2008
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