Jardín embrujado

River y sus enanos no pudieron con Danubio
Tres minutos y Henry Giménez definió apenas ancho, con un tiro que se encontró con la base del palo derecho de Conde. Y a los diez fue Vitabar el que solo y sin marca dentro del área le alcanzó la bocha al 1 danubiano.
La nostalgia de volver a ver ese River vertiginoso despertó en la tribuna visitante y cruzó hasta la oficial locataria, que crecía en murmullos con cada encare del ataque darsenero. Danubio fue digerido por el ritmo que impuso la visita y, mientras la defensa sufría apremios constantes, en ataque se sometió a que el azar iluminase a alguno de sus hombres.
Apuró de nuevo River y fue Souza el que se perdió el gol, sin marca sobre el segundo palo después de una peinada de Vitabar. Si habrá sido un monólogo, que la primera de Danubio fue sobre los 40, cuando probó Arévalo Ríos desde lejos pero la gran respuesta de García evitó la caída. Aunque la última del período fue de River, que con un cuarto del "otro" Henry hubiera ido al descanso con uno o dos goles arriba.
Nada raro pasó al inicio del complemento, porque ya ni bufó la hinchada de River cuando nuevamente Souza erró otro gol. Era tan desesperante la angustia, que cuando Souza de nuevo falló en un mano a mano, después de tremenda jugada con Vitabar, dos hinchas rojiblancos se trenzaron a insultos que por poco no pasaron a mayores.
Y un buen darsenero debería saber que con el río revuelto ganan los pescadores. Fue Matías Pérez, a los 60, el que infló la red y encontró el golazo que condenó a River. Porque ya no tuvo respuesta anímica y Danubio, apoyado en sus jugadores de más carácter, entendió que con insistir un poco el partido se cerraba. Así fue que Mena apuró con mucha actitud a un zaguero de River, le robó la pelota y sirvió al medio para Leal, que bajó la cortina con gran definición.
El desenlace sirvió para el goce del hincha danubiano, que gritó el tercero, se mofó del DT rival y hasta les cantó a los suyos que el primero está bien cerca.
Rodrigo Ubilla