Los tricolores jugaron un buen partido en la cancha de River y sacaron un resultado positivo que les permitió seguir solos en la cima del grupo 3 y conservar el invicto en el torneo.
Si antes del partido el 0-0 que se dio finalmente era bueno, después de vistas las cartas hasta puede haberle quedado al equipo de Pelusso una cierta sensación agridulce -más dulce que agria, igualmente- porque en el segundo tiempo fueron dominadores del duelo y estuvieron cerca de dar el golpe mayor y llevarse los tres puntos.
Jugando con la desesperación de los argentinos, en la parte final del encuentro Nacional manejó notablemente la pelota y tuvo varias chances de abrir el marcador. Lodeiro, que jugó muy bien, erró un mano a mano y tiró una bola en el palo, pero además Medina y hasta Chapita Blanco, que entró en los instantes finales, tuvieron sus posibilidades de gol.
Pero no todo el juego fue así. Durante una parte del primer tiempo River inquietó, pero se encontró con un buen planteo defensivo tricolor. También Nacional tuvo la fortuna de su lado en una jugada increíble que tuvo al arquero Muñoz, a Domínguez, al Hueso Romero y hasta al palo como salvadores del cero albo. Ese sofocón fue lo más cerca que estuvo el desprolijo equipo de Gorosito de hacer un gol.
En la segunda parte apenas un tiro lejano del casi intrascendente Muñeco Gallardo que pegó en el travesaño sobresalió entre la impotencia de los millonarios, que tras el resultado de ayer tienen un panorama bastante complejo en cuanto a su continuidad en la Libertadores.
Claro que la falla en el juego creativo riverplatense tuvo bastante que ver con la postura decidida de Nacional, que fue firme en defensa y agresivo en la marca en la zona media. En el calor de la lucha el Flaco Fernández se fue lesionado y en su lugar entró el juvenil Mauricio Pereyra, que salvó con puntaje alto su examen en una instancia complicada, reafirmando las virtudes mostradas con la camiseta celeste en el sub 20 de Venezuela.
Con el paso de los minutos el ambiente del Monumental fue cambiando. Si en el inicio del partido los parciales locales contagiaban desde las tribunas a su equipo, el afianzamiento uruguayo en la cancha convirtió el aliento en reclamo, hasta que sobre el final la banda sonora del partido era el cántico de los miles de hinchas tricolores que llegaron hasta el estadio de River.
Es que nuevamente en una cita internacional Nacional mostró oficio e inteligencia para jugar. Los de Pelusso dejaron despejadas las posibles secuelas negativas de la reciente derrota ante Defensor y ahora, a falta de dos etapas para terminar la primera fase copera, acarician el pasaje a octavos de final.
Una muestra de la mente fría con la que jugó Nacional fue que al final del encuentro varios jugadores saludaron al delantero Cristian Fabbiani, jugador que calentó el ambiente previo con declaraciones polémicas, pero que en la cancha mostró muy poco. La boquilla había quedado atrás y el resultado del ida y vuelta entre uruguayos y millonarios mostró cuál de los está en condiciones futbolísticas de pasarle por arriba al otro.
Gonzalo Giuria
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