domingo, 17 de mayo de 2009

Gracias por el fuego

Cerro y Nacional empataron 2 a 2 en partido intenso
Quién iba a decir que el destino final iba a ser éste.
Todo fue rápido. Casi cómodo. Un restallar fugaz pero tenso, casi fastidioso. A los tres minutos, apenas la gente se estaba acomodando, la gritería quedó aturdida en el viento. Un error del zaguero Melo -al querer contrabandear la guinda, la terminó regalando - propició un centro más enroscado que una víbora del Cacique y el Grillo, cantando rampante en el pasto del área, conectó un cabezazo neto para gritar el 1 a 0.
Así se gestó el accidente y el error defensivo, que Cerro terminó pagando caro.
Una vez desarrollado el trámite del match, la escuadra de Acevedo bien pudo ganar todos los puntos en juego.
Pero en el fútbol no hay lógica, en la vida tampoco.
El partido se hizo vibrante. Nacional se jugó al esquema del contragolpe bajo la presión casi insostenible de Cerro. Las chances tricolores aparecieron -como en el gol de apertura del partido- por fallas de los albicelestes en su zona de peligro. Cuando pasaban los 20' de juego, Cerro le robó la pelota a Nacional, consolidó un medio campo batallador con la destacada acción de Pellejero y empezó a ganar el ajedrez táctico. La lucha en la mitad de la cancha se pobló de piernas, tendones y codos y algunos caminaron por precipicio rojo o el mismísimo desfiladero amarillo.
Presión asfixiante, ahogo al contrario, oxígeno medido, metiendo sudor abundante y leña generosa.
El asunto transcurría entre el equilibrio táctico y la prodigación física.

Hasta que cayó el primer empate de Cerro, con un golazo de gran factura colectiva.
La pelota vino combada desde el córner, bien atrás de todo, girando igual que una perinola o una bolita de vidrio en un plato verde para la cabeza de Pablito Caballero, allá en la cancha de arriba, con todo, para colocar el 1 a 1 inatajable. Un golazo.
Casi enseguida, otra vez amartilló Vaquero, pero se le empastó el gatillo y no pudo nunca definir.
Cerro estuvo a punto de marcar el segundo pero Nacional también desperdició la ocasión de mover la red.
Se fueron a los camerinos 1 a 1, tras una linda e intensa primera parte. Los últimos minutos dibujaron a Cerro jugando mejor que el equipo albo.
En el complemento, Nico Lodeiro de pelota quieta -tras una falta innecesaria de Melo, quien sin miedo escénico levantó en peso a Medina- mandó con centímetro una globa al área picante y apareció Victorino para meter un frentazo limpio hasta los piolines.
Fue un 2-1 gritado con fervor ante la desazón de los del oeste. Otra vez Cerro debía remar de atrás. A meterle fuego a favor, a sudar la camiseta.
Nacional se volvía a encontrar en ganancia pero nunca logró cerrar el resultado ni estampó la sensación de controlar el juego.
Media hora después, Martín Rodríguez se fue expulsado,luego de frenar al Piojo Pérez cuando entraba en la zona de definición, con más piruetas que un trapecista.
Siegler, arriba de la jugada, señaló el punto penal y Pablo Pallante de pierna zurda clavó un tremendo bombazo anotando el 2 a 2 que sellaría el score definitivo.
Luego transcurrieron diez minutos de agitación nerviosa, de relojear el tiempo y la competencia en el coliseo.
En las tribunas, fundamentalmente en la América, los leones no paraban de alentar. Hubo una serie de cambios que no cambiaron nada y los minutos se escurrieron en la penumbra fría de la tarde.
Marcelo Tasistro

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